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sábado, 2 de agosto de 2008

Adrian Grenier: el sexo y la ciudad



Poco antes de la entrevista con Adrian Grenier, leí en internet que varios periodistas australianos se habían quejado de su actitud hacia la prensa: señalaban que el actor era poco predispuesto y distante. No es nada raro que las celebridades quieran demostrar su superioridad y su desapego de la frivolidad del mundo del espectáculo menoscabando cualquier pregunta con lacónicas respuestas de uno o dos monosílabos. Adrian Grenier resultó todo lo contrario. Es tan sereno y cordial que transmite tranquilidad. Parece imposible que alguien pueda levantar la voz en su presencia. A cada pregunta dedicó un instante de meditación y una respuesta precisa. Curiosamente, tras las primeras palabras, me pareció que estaba ante Vince, el joven actor protagonista de Entourage, y no ante el actor que lo encarna. Grenier tiene la misma dicción pausada, el mismo tono despreocupado, la misma actitud –siempre relajada– de su personaje. Antes de que empezara a preguntarme dónde estaba su actuación, me explicó que Vince fue un personaje basado en parte en él: “Cuando crearon el personaje, buscaron que no emulara a ninguna celebridad existente. Vince no es una parodia de alguien real. Los guionistas escribieron en torno a mi personalidad: potenciaron cosas que estaban en mí y algunas otras las inventaron”.

Tras conocerlo, queda claro que el show apuesta a la fusión entre la persona y el personaje. De hecho, cuando fue elegido para ser el protagonista de Entourage, Grenier era un joven actor promisorio en camino a convertirse en una estrella: había protagonizado una exitosa película independiente, The Adventures of Sebastian Cole, había trabajado, en roles menores, con Woody Allen, John Waters y Steven Spielberg y estaba a la espera de algo que lo lanzara al próximo nivel. En ese momento, llegó Entourage.

La serie de HBO, que va por su cuarta temporada en nuestro país, ofrece una mirada satírica sobre el curioso grupo compuesto por familiares, amigos, managers, novias y agentes que rodea a una estrella de Hollywood. Estos personajes secundarios en la vida real son los protagonistas en la ficción. Grenier es Vince Chase, joven actor de clase A que tiene el dilema de hacer películas de alto presupuesto que considera banales o films independientes que no le garantizan ni fama ni dinero. La genética de estrella de cine de Grenier (sus ojos casi transparentes y su sonrisa abrumadora) hace que su personaje nunca pase desapercibido aunque, por lo general, los mejores momentos del guión reposan sobre su hermano en la ficción Johnny “Drama” Chase (Kevin Dillon) y, sobre todo, sobre su agente Ari Gold, interpretado por Jeremy Piven, quien ya ganó dos Emmy y un Goleen Globe por su trabajo. ¿Se da la misma cercanía entre persona y personaje en este caso? “No, para nada –responde Adrian–: Jeremy no es ni por las tapas tan gracioso como Ari. Jeremy es un actor extraordinario, pero Ari es, ante todo, una creación de los guionistas.” Al parecer, buena parte de los personajes de la serie está basada en el entorno que seguía a Mark Wahlberg cuando el hoy respetado actor de Boogie Nights ( Juegos de placer ) –y productor ejecutivo de la serie– se hacía llamar Marky Mark y se dedicaba al rap y a hacer publicidades de calzoncillos para Calvin Klein. “Hoy, Mark es una gran estrella y está muy ocupado manejando su carrera –comenta Adrian–, pero fue quien dio origen al show. Al comienzo, nos llevó a todos a Las Vegas, donde nos dio un curso relámpago sobre el estilo de vida de las celebrities.”

El lugar que nuestra cultura otorga a la fama es uno de los temas centrales de Entourage. La serie camina por un hilo delgado: por un lado es una sátira de la frivolidad del estilo de vida de Hollywood y, a la vez, lo presenta como algo infinitamente deseable, acaso reproduciendo una ambigüedad que existe en todos nosotros. “Creo que la celebridad representa una cierta libertad de acción y de opciones que todos queremos –dice Grenier–. Todos tenemos necesidad de cierto grado de atención, de la mirada de otros. La fama te ofrece eso. Al mismo tiempo, es una experiencia muy antinatural y puede ser muy dañina si no tenés los pies sobre la tierra. Yo trato de cuestionarme las cosas e intento ver la verdad tras la ilusión de ser famoso. En mi caso, la presión de la exposición me inspiró para buscar un costado más espiritual de mí mismo, tras haber pasado buena parte de mis veinte años en fiestas y viviendo a puro sexo, drogas y rocanrol. Pero cuando sólo vivís para el hedonismo, te das cuenta de que no te alcanza y querés algo más.”

Grenier parece tranquilo con el grado de exposición obtenido a partir de la serie y maneja su propia celebridad con distancia y sentido del humor. “Una vez, la revista People me eligió el hombre más sexy del año o algo parecido. Tuve que hacer las fotos para esa nota y me preguntaba cómo es ser el hombre más sexy, qué postura tendría que tener. Y me di cuenta de que estar ahí, tratando de poner la cara del hombre más sexy del mundo era algo totalmente ridículo. En ese momento me percaté de que la fama sólo se puede sobrellevar con dignidad si uno es capaz de reírse de sí mismo.”

Por Hernán Ferreirós

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