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En plena adolescencia descubrió cuáles eran los caminos de la vida. Caminos que terminaron siendo los que él creía y los que esperaba, aun a costa de mucho sacrificio y constancia. De su abuelo y su padre heredó la pasión por la Medicina, una carrera que está a punto de coronar después de nueve años. Y por sus compañeros de colegio en la Escuela Argentina Modelo se enamoró del rugby, un deporte que ya le dio la satisfacción de ser Puma y que lo seduce con otro objetivo plus: jugar el próximo Mundial de 2011. Familiero y emocional como buen canceriano, Miguel Avramovic (27) sabe lo que es resignar cosas y dejarlas de lado para no desviarse del camino.
“Hoy miro hacia atrás, y me parece una locura. Mucha gente me pregunta: ’¿Cómo hiciste para hacer todo eso junto?’. Y siempre dije que querer, es poder. Desde chico tomé el rugby súper pro, y gracias a que mis viejos me bancaron pude estudiar a fondo.
Recuerdo que mientras cursaba Medicina mis amigos me llamaban a las dos de la mañana para decirme: ‘Venite a Asia de Cuba que explota’. Yo moría de ganas, pero seguía estudiando. Al fin y al cabo es la vida que uno elige. En esa época estaba de novio, y si entre lunes y viernes la veía cinco horas en total, era mucho. No me alcanzaban los tiempos, apenas podía darle un espacio los sábados después de jugar. Y ni qué hablar cuando empezaron las convocatorias para Los Pumas”, relata “el Ruso”, que le restan dos módulos del internado rotatorio para recibirse de médico.
Fuente:caras
Avramovic Puma seductor y médico hombres lindos
“Hoy miro hacia atrás, y me parece una locura. Mucha gente me pregunta: ’¿Cómo hiciste para hacer todo eso junto?’. Y siempre dije que querer, es poder. Desde chico tomé el rugby súper pro, y gracias a que mis viejos me bancaron pude estudiar a fondo.
Recuerdo que mientras cursaba Medicina mis amigos me llamaban a las dos de la mañana para decirme: ‘Venite a Asia de Cuba que explota’. Yo moría de ganas, pero seguía estudiando. Al fin y al cabo es la vida que uno elige. En esa época estaba de novio, y si entre lunes y viernes la veía cinco horas en total, era mucho. No me alcanzaban los tiempos, apenas podía darle un espacio los sábados después de jugar. Y ni qué hablar cuando empezaron las convocatorias para Los Pumas”, relata “el Ruso”, que le restan dos módulos del internado rotatorio para recibirse de médico.
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