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lunes, 18 de julio de 2011

Tito Speranza




No me hagas esto…!”, pedía, sin levantar la mirada del piso, acumulando su bronca en las manos cerradas, mordiéndose la lengua para no decir más de lo que –según su modo de pensar– correspondía. Pero a su interlocutor, de alto perfil y estilo locuaz, con escaso sentido del pudor, no le importaban sus ojos vidriosos: a los gritos, como siempre, Ricardo Fort le había dado una orden. Y como había hecho con la infinidad de sus mandatos, él, Hector Speranza (38), tenía que acatarla. Porque sí, porque… ¿mi plata no vale? ¡Y se acabó! Aunque en verdad, en ese preciso momento, en esa reunión que el chocolatero tuvo con sus custodios en los primeros meses de 2010, comenzaría todo para este silencioso hombre de 1,89 de altura.

Por aquel tiempo, Fort era jurado de Bailando por un sueño, y el impresionante despliegue que montaba cada noche tenía que incluir a sus guardaespaldas: para él, la imagen no tiene precio, y sus ángeles de la guarda le daban credibilidad a su marketing –ganado dólar por dólar…– de millonario de Miami nacido en Capital. Cuando Ricky los juntó para avisarles que comenzarían a salir en cámara, Dani La Muerte y los demás no pusieron reparos. “Es parte del trabajo”, se resignaron.

Pero uno de ellos, no. Tito –como lo conocían todos– no quería saber nada con salir al aire en ShowMatch, el programa más visto de la televisión argentina. ¡¿Justo él, vergonzoso como pocos, que padece cada uno de los síntomas de la timidez?! ¡Ah, no! Por eso… “¡No me hagas esto!”, le pidió a Fort, preso de los nervios. Y terminó yendo. No le quedó otra.

Silenzio stampa. Lo que sucedió después resulta de conocimiento público: Marcelo Tinelli creyó ver algo –¡sólo el Cabezón tiene ese ojo clínico mediático!– en ese personal trainer parco, de escasas palabras. Mejor dicho, ¡de ninguna palabra! Porque sin hablar, Tito logró un sensible protagonismo en ShowMatch porque cada interacción con Tinelli marcaba importantes picos de rating. Y tanto creció su figura que, semanas después, terminó afuera del programa por iniciativa de quien tanto lo había querido a su lado: Fort.

“¡Para él, la televisión fue un sacudón! La fama repentina lo golpeó como una ola, pero no se ahogó: Tito continuó siendo el mismo de siempre. Bueno, igual al que es hoy”, cuenta una persona que lo conoció algunos meses antes de aquel estallido. Varios datos le dan la razón.

Paparazzi
Martín Fernández Paz y Nora Cohen

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