Va atardeciendo en Punta del Este y él sonríe con cara de niño travieso. “Me siento un poco hinchado, porque acabo de comer un gran asado”, se ríe cuando piensa en su panza. (N. de la R.: del cordero asado ni rastros… ni en la bandeja, ni en el abdomen de nuestro entrevistado). Así y todo, Benjamín Vicuña hace unos abdominales en la arena, imitando a todos los galanes obsesionados con su cuerpo, que suelen hacer ejercicio antes de las fotos para marcar bien su figura. Su mujer, Carolina Pampita Ardohain, lo sigue de cerca porque oficia como productora de esta nota, asesorando sobre qué ropa ponerse para cada cambio.
Hace unas horas él regresó especialmente desde Buenos Aires para festejar el cumpleaños de ella junto a sus hijos, Blanca y Bautista, en la chacra marítima de Pancho Dotto, el manager de la top. Benjamín está relajado, los ojos fijos en la cámara, y dentro de un rato promete desnudarse frente al grabador. “Mi mayor éxito este verano fue descubrir que a los treinta años me siento una persona realizada”. Sus ojos se achinan y brillan, mientras va haciendo un balance de su vida de galán, padre y marido en la Argentina.
–Un año en la Argentina ya... ¿Cómo te da el balance?
–Me siento muy conforme con todo lo que viví. A nivel personal nació Bautista y mi familia se encontró muy cómoda y sana en Buenos Aires. Blanca me sorprende todos los días con sus ocurrencias, y también estoy orgulloso de Caro, porque además de ocuparse de los chicos salió victoriosa en el programa de Tinelli. En lo personal también fue muy bueno, porque antes de trabajar en la televisión argentina mucha gente sólo me conocía como la pareja de Pampita, aunque eso no me molesta. Creo que después de mi trabajo en Don Juan y su bella dama pudieron descubrir que también soy actor, y eso fue un importante desafío para mí.
–Hablando de desafíos: ¿cómo fue la experiencia de filmar en España Fuera de carta, donde encarnaste a un homosexual?
–Genial. Mi personaje, Horacio, es un futbolista gay que se enamora del personaje que hace Javier Cámara. Acepté sin pensarlo, porque además el guión es potente, vertiginoso, ágil. Es una comedia diferente, y con el director acordamos en no caer en los lugares comunes cuando hay que hacer de gay. De hecho, si se hubiera tratado de caer en la risa fácil, no habría aceptado, te lo aseguro. Me gustan los desafíos, y éste es un personaje que además habla de la tolerancia y la humanidad.
–¿Te imaginabas que por este papel te iban a premiar en Nueva York?
–No, porque yo no trabajo para que me premien, sino porque confío en el producto y siempre intento hacer personajes creíbles. Pero los premios siempre son un buen regalo... Así que recibí la noticia como un gran obsequio durante estas vacaciones.
–Cuando vayas a recibir el premio, ¿a quién se lo vas a dedicar?
–Voy a empezar por Carolina, y no sólo por ser mi mujer, sino porque me ayudó muchísimo durante semanas a componer este personaje. Al ser un argentino, ella se preocupó por enseñarme modismos a la hora de hablar.
–Con Carolina nunca aceptan posar o trabajar juntos…
–Te equivocás: el año pasado trabajamos juntos en Súper, una película que filmamos en Chile, y fue el debut de Caro en el cine de mi país. Pero nuestras escenas no se cruzan. Como reza ese viejo dicho teatral, preferimos “no mezclar sábanas con telones”. Las cosas por ahora así funcionan, y estamos bien.
–Además de actuar, se te ve comprometiéndote con causas sociales…
–Al ser una figura pública, siento que puedo ayudar a concienciar más a la gente; por eso, cuando me convocó Unicef, me llené de satisfacción. Gracias a eso pude vincularme con muchos chicos y trabajar por sus derechos; me interesa estar en contacto con la realidad de los niños argentinos y chilenos. Además, la semana pasada también filmé un spot sobre el medio ambiente.
–¿Qué cosas te sensibilizan especialmente?
–Muchas. Siempre fui muy vulnerable. Por ejemplo, últimamente me afectó el conflicto en la Franja de Gaza, porque tengo familia que lo sufre en forma directa. Los palestinos son un pueblo muy castigado, y viven en condiciones súper precarias. También me molesta y me duele el empleo infantil, porque haciendo trabajar a los niños no se supera la pobreza. En cambio, hay que hacer esfuerzos para que ellos puedan estudiar y crecer como lo que son: niños.
–¿Alguna vez te sentiste discriminado por el hecho de ser chileno?
–Sí: en Israel y en Barcelona tuve episodios que me molestaron. Pero también me discriminaron en mi propio país por tener las cosas materiales resueltas. Mucha gente creía que por eso no me podía comprometer con los problemas sociales de los que menos tienen.
–¿Te costó mucho dejar de ser “el marido de Pampita” para ganar tu propio lugar?
–Para mí es un honor ser el hombre, el marido de Carolina. Además, que me llamen “el marido de Pampita” en la Argentina es algo circunstancial: cuando estamos en Chile, ella es “la mujer de Benjamín”. Esas cosas no nos acomplejan, porque nos amamos. De todas formas, este año pude lograr un pequeño espacio en la Argentina, y ahora hay muchas expectativas de seguir actuando en éste, que ya es mi segundo país. Por suerte ustedes pudieron valorar mi trabajo.
–¿Cómo te sentís siendo un referente cultural de tu país?
–Me siento exitoso. Este año, en Chile, voy a abrir mi tercera sala de teatro, y además tengo cuatro programas al aire producidos por Mori, la productora que tenemos con Gonzalo Valenzuela. Estoy orgulloso del crecimiento que tuvo mi emprendimiento a nivel cultural. Algún día me gustaría abrir una sucursal en la Argentina y poder apostar también a la cultura en tu país. Quizá pronto comience a producir la obra de teatro La celebración. Sería mi primer proyecto como gestor cultural en la Argentina.
–¿Ya tienen pensado dónde se van a radicar en el año 2009?
–No, aún no. En marzo debo filmar dos películas en Chile, y después tengo otros proyectos para trabajar en mi país, en la Argentina y en España. Por eso todavía no lo definimos. Mientras esté junta, nuestra familia está bien en todos lados. Lo fundamental en la relación es el compañerismo, y eso con Carolina lo tenemos en cualquier lugar del mundo, sea Santiago, Buenos Aires o Madrid.
–Estás por filmar en Chile Grado 3, una comedia erótica. ¿Cómo te llevás con tu costado erótico?
–Soy súper pudoroso, pero me llevo muy bien con mi eros (N. de la R.: así se refiere, por pudor, a la atracción sexual, el amor y el sexo). Además, cuando estás al lado de la madre de tus hijos, que además sigue siendo una mujer bellísima, todo se transforma en algo misterioso, único, mágico.
–¿Cuando sos padre el amor se transforma?
–Sí. El amor que sentís por tu mujer pasa a ser otra cosa: mucho mejor, más sólido, superior.
–Y a la hora de seducir, ¿cuáles son tus tácticas?
–Hummm... Ya no me acuerdo cómo es eso, pero creo que desde la autenticidad y la humildad uno puede llegar a seducir hasta a una cámara. Ahora sólo lo hago con mi mujer y mis hijos, con pequeños gestos, para no caer en la rutina.
–¿Y qué pasa cuando Blanca, tu hijita, te ve en la televisión besándote con otra mujer?
–Por ahora es muy chica y todavía no comentó nada. En el momento en que me pregunte algo, le contaré las cosas que hacemos los actores cuando trabajamos.
–¿Se te acercan a decirte piropos?
–Las mujeres siempre lo hacen, pero con respeto, porque saben que hoy tengo una pareja y una familia sólidas.
–Chile (con Michelle Bachelet) y la Argentina (con Cristina Fernández de Kirchner) están gobernados por mujeres. En tu casa, ¿quién tiene el poder?
–Es compartido, y va mutando de acuerdo al momento que vivimos. Cuando se comparten las decisiones, el amor es más sólido.
–Pero ella siempre dice que está dispuesta a seguirte hasta el fin del mundo…
–Sí, y eso demuestra lo generosa que es: con tal de verme contento y realizado en mi profesión, Caro es capaz de postergar la suya. Lo bueno es que durante estos cuatro años los dos nos pudimos realizar, tanto a nivel profesional como personal. De eso se trata la felicidad. Si no, viviríamos frustrados.
–¿Tienen planes de casamiento?
–No tengo ansiedades al respecto, y no es un tema del día a día. Es un rito que queremos cumplir, más allá de lo formal, y si lo hacemos es por nuestros hijos. Pero por ahora no tenemos apuro en poner una fecha.
–¿Creés que todavía te falta algo para ser feliz?
–No. Soy feliz con la vida que me toca vivir... Y no te podés quejar... Nunca me desnudé tanto en una entrevista.
Por Pablo Procopio. Fotos: Santiago Turienzo. Producción: Carolina Ardohain.
Hace unas horas él regresó especialmente desde Buenos Aires para festejar el cumpleaños de ella junto a sus hijos, Blanca y Bautista, en la chacra marítima de Pancho Dotto, el manager de la top. Benjamín está relajado, los ojos fijos en la cámara, y dentro de un rato promete desnudarse frente al grabador. “Mi mayor éxito este verano fue descubrir que a los treinta años me siento una persona realizada”. Sus ojos se achinan y brillan, mientras va haciendo un balance de su vida de galán, padre y marido en la Argentina.
–Un año en la Argentina ya... ¿Cómo te da el balance?
–Me siento muy conforme con todo lo que viví. A nivel personal nació Bautista y mi familia se encontró muy cómoda y sana en Buenos Aires. Blanca me sorprende todos los días con sus ocurrencias, y también estoy orgulloso de Caro, porque además de ocuparse de los chicos salió victoriosa en el programa de Tinelli. En lo personal también fue muy bueno, porque antes de trabajar en la televisión argentina mucha gente sólo me conocía como la pareja de Pampita, aunque eso no me molesta. Creo que después de mi trabajo en Don Juan y su bella dama pudieron descubrir que también soy actor, y eso fue un importante desafío para mí.
–Hablando de desafíos: ¿cómo fue la experiencia de filmar en España Fuera de carta, donde encarnaste a un homosexual?
–Genial. Mi personaje, Horacio, es un futbolista gay que se enamora del personaje que hace Javier Cámara. Acepté sin pensarlo, porque además el guión es potente, vertiginoso, ágil. Es una comedia diferente, y con el director acordamos en no caer en los lugares comunes cuando hay que hacer de gay. De hecho, si se hubiera tratado de caer en la risa fácil, no habría aceptado, te lo aseguro. Me gustan los desafíos, y éste es un personaje que además habla de la tolerancia y la humanidad.
–¿Te imaginabas que por este papel te iban a premiar en Nueva York?
–No, porque yo no trabajo para que me premien, sino porque confío en el producto y siempre intento hacer personajes creíbles. Pero los premios siempre son un buen regalo... Así que recibí la noticia como un gran obsequio durante estas vacaciones.
–Cuando vayas a recibir el premio, ¿a quién se lo vas a dedicar?
–Voy a empezar por Carolina, y no sólo por ser mi mujer, sino porque me ayudó muchísimo durante semanas a componer este personaje. Al ser un argentino, ella se preocupó por enseñarme modismos a la hora de hablar.
–Con Carolina nunca aceptan posar o trabajar juntos…
–Te equivocás: el año pasado trabajamos juntos en Súper, una película que filmamos en Chile, y fue el debut de Caro en el cine de mi país. Pero nuestras escenas no se cruzan. Como reza ese viejo dicho teatral, preferimos “no mezclar sábanas con telones”. Las cosas por ahora así funcionan, y estamos bien.
–Además de actuar, se te ve comprometiéndote con causas sociales…
–Al ser una figura pública, siento que puedo ayudar a concienciar más a la gente; por eso, cuando me convocó Unicef, me llené de satisfacción. Gracias a eso pude vincularme con muchos chicos y trabajar por sus derechos; me interesa estar en contacto con la realidad de los niños argentinos y chilenos. Además, la semana pasada también filmé un spot sobre el medio ambiente.
–¿Qué cosas te sensibilizan especialmente?
–Muchas. Siempre fui muy vulnerable. Por ejemplo, últimamente me afectó el conflicto en la Franja de Gaza, porque tengo familia que lo sufre en forma directa. Los palestinos son un pueblo muy castigado, y viven en condiciones súper precarias. También me molesta y me duele el empleo infantil, porque haciendo trabajar a los niños no se supera la pobreza. En cambio, hay que hacer esfuerzos para que ellos puedan estudiar y crecer como lo que son: niños.
–¿Alguna vez te sentiste discriminado por el hecho de ser chileno?
–Sí: en Israel y en Barcelona tuve episodios que me molestaron. Pero también me discriminaron en mi propio país por tener las cosas materiales resueltas. Mucha gente creía que por eso no me podía comprometer con los problemas sociales de los que menos tienen.
–¿Te costó mucho dejar de ser “el marido de Pampita” para ganar tu propio lugar?
–Para mí es un honor ser el hombre, el marido de Carolina. Además, que me llamen “el marido de Pampita” en la Argentina es algo circunstancial: cuando estamos en Chile, ella es “la mujer de Benjamín”. Esas cosas no nos acomplejan, porque nos amamos. De todas formas, este año pude lograr un pequeño espacio en la Argentina, y ahora hay muchas expectativas de seguir actuando en éste, que ya es mi segundo país. Por suerte ustedes pudieron valorar mi trabajo.
–¿Cómo te sentís siendo un referente cultural de tu país?
–Me siento exitoso. Este año, en Chile, voy a abrir mi tercera sala de teatro, y además tengo cuatro programas al aire producidos por Mori, la productora que tenemos con Gonzalo Valenzuela. Estoy orgulloso del crecimiento que tuvo mi emprendimiento a nivel cultural. Algún día me gustaría abrir una sucursal en la Argentina y poder apostar también a la cultura en tu país. Quizá pronto comience a producir la obra de teatro La celebración. Sería mi primer proyecto como gestor cultural en la Argentina.
–¿Ya tienen pensado dónde se van a radicar en el año 2009?
–No, aún no. En marzo debo filmar dos películas en Chile, y después tengo otros proyectos para trabajar en mi país, en la Argentina y en España. Por eso todavía no lo definimos. Mientras esté junta, nuestra familia está bien en todos lados. Lo fundamental en la relación es el compañerismo, y eso con Carolina lo tenemos en cualquier lugar del mundo, sea Santiago, Buenos Aires o Madrid.
–Estás por filmar en Chile Grado 3, una comedia erótica. ¿Cómo te llevás con tu costado erótico?
–Soy súper pudoroso, pero me llevo muy bien con mi eros (N. de la R.: así se refiere, por pudor, a la atracción sexual, el amor y el sexo). Además, cuando estás al lado de la madre de tus hijos, que además sigue siendo una mujer bellísima, todo se transforma en algo misterioso, único, mágico.
–¿Cuando sos padre el amor se transforma?
–Sí. El amor que sentís por tu mujer pasa a ser otra cosa: mucho mejor, más sólido, superior.
–Y a la hora de seducir, ¿cuáles son tus tácticas?
–Hummm... Ya no me acuerdo cómo es eso, pero creo que desde la autenticidad y la humildad uno puede llegar a seducir hasta a una cámara. Ahora sólo lo hago con mi mujer y mis hijos, con pequeños gestos, para no caer en la rutina.
–¿Y qué pasa cuando Blanca, tu hijita, te ve en la televisión besándote con otra mujer?
–Por ahora es muy chica y todavía no comentó nada. En el momento en que me pregunte algo, le contaré las cosas que hacemos los actores cuando trabajamos.
–¿Se te acercan a decirte piropos?
–Las mujeres siempre lo hacen, pero con respeto, porque saben que hoy tengo una pareja y una familia sólidas.
–Chile (con Michelle Bachelet) y la Argentina (con Cristina Fernández de Kirchner) están gobernados por mujeres. En tu casa, ¿quién tiene el poder?
–Es compartido, y va mutando de acuerdo al momento que vivimos. Cuando se comparten las decisiones, el amor es más sólido.
–Pero ella siempre dice que está dispuesta a seguirte hasta el fin del mundo…
–Sí, y eso demuestra lo generosa que es: con tal de verme contento y realizado en mi profesión, Caro es capaz de postergar la suya. Lo bueno es que durante estos cuatro años los dos nos pudimos realizar, tanto a nivel profesional como personal. De eso se trata la felicidad. Si no, viviríamos frustrados.
–¿Tienen planes de casamiento?
–No tengo ansiedades al respecto, y no es un tema del día a día. Es un rito que queremos cumplir, más allá de lo formal, y si lo hacemos es por nuestros hijos. Pero por ahora no tenemos apuro en poner una fecha.
–¿Creés que todavía te falta algo para ser feliz?
–No. Soy feliz con la vida que me toca vivir... Y no te podés quejar... Nunca me desnudé tanto en una entrevista.
Por Pablo Procopio. Fotos: Santiago Turienzo. Producción: Carolina Ardohain.
fuente: revista gente
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