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viernes, 13 de febrero de 2009

Luciano Castro “No soy rebelde: hace rato que transé con el sistema”




Practica box, tiene los músculos marcados y las mujeres suspiran por él. Pero asegura que ser galán no es sinónimo de belleza y que desde hace rato no repara en su físico. A los 33 años se ganó el protagónico en Valientes, la nueva apuesta fuerte de Pol-ka. Aunque le apasiona la actuación, elige mantenerse al margen de los eventos de los famosos, admite que no le gustan las entrevistas y esquiva las preguntas sobre su vida privada. “No reniego de nada. Si no, no estaría haciendo una novela a las nueve de la noche. Sólo pongo algunas reglas”, afirma.

A modo de recomendación, podríamos decir que antes de ir a hacerle una nota a Luciano Castro hay que tener clara una premisa: a Luciano no le gusta dar notas. Aclarado el punto, el diálogo se hace sencillo, porque el actor se maneja con códigos de esos que podrían calificarse como “bien de barrio”. Avisa (con buenos modales) lo que no va a contestar, dice lo que piensa sin vueltas, sabe que lleva el rótulo de galán pero se hace evidente que no le importa en lo más mínimo, y retruca o esquiva según le parezca, siempre con una cuota de humor.

Con esos parámetros, desde sus primeras apariciones en cámara (en 1992, Jugate conmigo, con Cris Morena), logró construir sobre su intimidad una barrera que parece infranqueable. Se sabe que es padre de Mateo (a punto de cumplir 7 años) y que, desde hace ya más de cuatro años, lo une (entre idas y vueltas) una relación con la locutora Elizabeth Vernaci aunque, claro, él no se encargará de aclarar en qué parte del trayecto están a la fecha.

Criado en Villa del Parque, amante del fútbol y del boxeo (entrena con Charly Rodríguez), apasionado de la actuación, Castro arranca suspiros pero no emana aires de divo. Ni siquiera ahora, que ya tiene en su haber un Martín Fierro de Oro (ganó con Lalola), y que logró treparse al papel de protagonista convirtiéndose en una de las figuras masculinas de Valientes, la nueva ficción de Pol-ka que se emite de lunes a viernes a las 21.45 por Canal 13. “¿Arrancamos? No me quieren dejar solo con la prensa, no sé por qué…”, sugiere después de grabar escenas para la tira.

–Es que tenés mala fama para las notas, Luciano...
–Nunca traté mal a nadie. Lo que pasa es que no me gusta... ¿y por qué me tiene que gustar? Yo no vivo de las notas. Hace diecisiete años que trabajo y siempre me manejé igual.

–¿Cuando empezaste pensabas así?
–Tenía diecisiete años... Imaginate: todo te parece novedoso e interesante. Que te dijeran que te querían hacer una nota hasta te podía hacer sentir bien. Pero ahora aprendí a darlas sólo cuando es necesario. A mí me gustan las cosas claras: no tengo doble discurso. Tampoco voy a eventos y esas cosas… Porque si vas a todos lados y después no querés dar notas, ahí está la contradicción. A un tipo así le podés decir: “Escuchame, payaso: te tirás de palomita cuando ves un flash y después no me das una nota...”.

–¿Cuál es el punto: te pone incómodo o te molesta que te pregunten por tu vida privada?
–De mi vida privada no hablo, así que no me molesta. Si me preguntás, te contesto: “Pumpido, Tarantini”…

–¿Entonces con quién estás saliendo? ¿Con Pumpido o con Tarantini?
–Ja, ja, ja… No te contesto. La verdad es que siento que ya estamos demasiado expuestos con nuestro trabajo en televisión, como para encima salir en todos lados: eventos, notas... Si hacés eso, ya está: comprate una tele, rompela y metete a vivir adentro.

–¿Es difícil mantenerse fuera de la rueda?
–¡Noooo! Si tengo una familia divina, amigos divinos, un hijo divino, miles de cosas para estar afuera... Mi familia es totalmente ajena a todo esto, por suerte. Hay cosas más importantes en la vida: mi hijo, mis viejos, mis hermanos, mis sobrinos. No es tan complejo. Yo no soy rebelde. Si lo fuera, no estaría protagonizando un culebrón a las nueve de la noche.

–Menos mal que lo aclaraste vos…
–¡Claro! Hace rato que transé con el sistema y que estoy dispuesto a vivir de lo que el sistema me da. Sólo pongo algunas reglas.

–¿Hay algo en tu carrera que hayas tenido que ceder y que hoy te avergüence?
–Uhhh... ¿Tiene diez páginas la nota? Mil veces tuve que ceder, como le pasa a todo el mundo, supongo. Cuando estás empezando, algo te dice que vas a estar fuera de foco en ese papel o en ese sitio, que eso no va, y lo tenés que hacer igual. De todas formas, no me tengo que ir muy al pasado para buscar cosas que no me gusten. Hoy, si grabo una escena y no me convence, me voy a mi casa mal. Lo bueno de esta profesión es que todos los días tenés revancha.

–¿Cómo te sentís en Valientes?
–Muy contento. Había hecho novela hace muchos años pero, como estaba fuera de foco, no se me vio… Ja, ja, ja. No, en serio, me encanta el proyecto: somos catorce actores, un elenco chico, pero todos los roles son importantes, tienen un pasado, una historia...

–Describime a tu personaje, Leo Sosa.
–Y… ¡Tengo un montón de laburo! Primero, debo reconstruir la relación con mis hermanos (Gonzalo Heredia y Mariano Martínez); después hay que idear un plan para vengar la muerte de nuestro padre; más tarde, busco conquistar a Alma (Julieta Díaz)… ¡Es tremendo! La verdad, estoy laburando mucho, pero me encanta. Y lo más importante es que, con tantas horas de grabación por día, estoy con gente con la que siento afinidad.

–¿Y después del trabajo qué hacés?
–Salgo de acá y me voy corriendo para casa. Cuando sé que él está, no me dan las patas para irme… Trato de vivir. Tengo un hijo maravilloso. Y los domingos intento juntarme con mis amigos a comer el clásico asado en Villa Maipú; si no voy, después soy golpeado, y no me gusta nada.

–¿Qué es lo que más te molesta de vos?
–Y…yo. No sé, tengo mis miserias, como todos. Y trato de mejorar.

–¿Y físicamente? Tus músculos muestran que te matás entrenando…
–¡Uh! Hace rato que no reparo en mi físico. Desde que pasé los 30.

–Difícil creerte: ¡sos galán!
–Pero yo también me echo a perder. ¿Qué tiene que ver?

–¿Acaso te molesta el rótulo?
–No. Si no, no estaría acá. Pero eso no es sinónimo de belleza.

–O sea que no hacés deporte por coquetería.
–Si fuera coqueto me arreglaría el pelo. Aunque ya sé que con estos rulos no hay manera…
Por Gabriela Pepe. Fotos: Leandro Montini.
fuente: revista gente

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