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jueves, 24 de diciembre de 2009

RICARDO FORT






Es el nuevo fenómeno de la televisión Argentina. Se presenta como un excéntrico millonario, heredero del emporio Felfort. Pero esconde una infancia traumática. “No tengo ni un recuerdo feliz de mi juventud”, confiesa. Después de su consagración en El musical de tus sueños, jura: “Había renunciado a mi carrera artística, pero la vida me dio otra chance”. Ahora va por todo: teatro, televisión... ¡y una línea de muñequitos Jack con su rostro!

Todos hablan de Ricardo Fort (41). Incluso sus detractores. Dicen que tiene 200 millones de dólares. Y que se hizo 27 cirugías estéticas. ¿La más absurda? Un implante de siliconas en el talón, para ganar tres centímetros de altura. Juran que vive de fiesta en una casa ambientada como una disco. Y que gasta 500 mil pesos por mes. Está siempre rodeado de amigos, a quienes llama “los gatos”. Pero sus novias, exuberantes, aseguran que es un gran amante. Tiene dos Rolls Royce, uno convertible y otro carrozado. Y también una extensa colección de Rolex. Distanciado de sus hermanos, reconoce como única familia a sus hijos mellizos norteamericanos, que nacieron de un vientre alquilado. El público argentino lo conoció a través de un reality, como un excéntrico millonario con aires de play boy. Pero en la pantalla de ShowMatch sorprendió con su talento para el canto. Y se graduó de artista: fue subcampeón en El musical de tus sueños. Pero él jura que “me metieron la mano en el bolsillo”. Y si bien hace cinco meses muy pocos lo conocían, hoy su nombre arroja más de 650 mil resultados en Google. Y, en Facebook, ya tiene más de 180 mil fans. Ahora, en plena explosión, accede a su primera entrevista con GENTE.

YO GANE. La cita es en la casa de Ricardo Fort, un moderno semipiso en el corazón del Belgrano. No hay portarretratos, nada que refiera a su pasado. “No tengo ni un solo recuerdo feliz de mi infancia”, dirá más tarde. Tampoco hay fotos de sus hijos, los mellizos que tuvo a través de un vientre alquilado en California, hace cinco años. Pero lleva sus nombres tatuados en el brazo izquierdo: Felipe y Martha. “Los amo con locura”, repite. La mayor excentricidad del hogar es su cama, de dos plazas, que está elevada a 1,30 metro del piso. Primera desmentida de la noche: en el living no hay ningún boliche. Pero la confusión tiene fundamento, porque las luces cambian de color sin parar. Del azul, al rojo, al verde...

Ricardo Fort aparece pronto, y dispara la entrevista. Hablamos de su título como subcampeón de El musical de tus sueños.

–¿Satisfecho con el resultado, Ricardo?
–No, me siento usado por Tinelli. No sé si lo vas a poner... Pero tengo mucha bronca. Creo que no se dijo la verdad.

–¿Creés que ganaste?
–No tengo dudas. Sé que en otras elecciones modificaron el porcentaje de los votos: achicaron la diferencia para no hacer sentir mal al perdedor. En el primer repechaje saqué el 50 por ciento de los votos entre cinco personas... ¿y ahora saco apenas el 46 por ciento contra Silvina Escudero, a quien nadie quiere...? No tiene explicación.

–¿Por qué te perjudicarían?
–Hay muchas razones. Dijeron que yo había puesto 300 mil dólares para ganar. Quizá eso los condicionó. Yo soy buen perdedor cuando creo que perdí. Pero el pueblo no soporta a Escudero, nadie la banca. Está todo manejado.

NO ES PURO CUENTO. Hace diez años, Ricardo Fort renunció a su sueño de ser famoso. Había probado suerte por los caminos tradicionales. Intentó desarrollar su carrera como cantante en Miami, Los Angeles y México. Y grabó un disco que pronto fue cajoneado por la discográfica. Los directivos de la compañía decidieron concentrar su esfuerzo en otro joven artista, un tal Ricky Martin. Y Fort decretó el final de su carrera artística. A mediados de 2009, inspirado en la televisión norteamericana, decidió hacer su propio reality. “Allá hay un montón de realities de millonarios excéntricos que llaman la atención. Y pensé: con la vida que tengo, ¿por qué no filmarla? La subí a Youtube y así empezó todo”, cuenta.

–Finalmente, lograste que todos hablen de vos.
–Ahora soy lo que soñé toda mi vida. A los 30 años desistí de mi carrera, que no estaba funcionando, y me propuse tener hijos. Volví a Buenos Aires para trabajar en la fábrica. Si hace unos meses me decías que me iba a pasar esto, no te creía, ni loco.

–¿También conociste lo amargo de la fama?
–Hay programas que hablan m... de mí todo el día. Y lo hacen porque doy rating. Remarcan sólo lo malo.

–Ya no hablás de dinero.
–Corté ese tema, ya está. No quiero quedarme en el personaje frívolo. Además, me cayó la AFIP con todo...

–Hasta hoy administraste tu historia. ¿No temés que alguien descubra un muerto en tu placard?
–Van a aparecer muertos de hambre a contar historias. Se van a colgar. Me van a aparecer hijos, novias y también algunos novios. Pero no voy a contestar.

–¿Te molesta cuando dudan de tu sexualidad?
–Me molesta cuando aseguran cosas sin fundamento. ¡Recuerden que tengo hijos! Lo que hizo esta mina (por Escudero, que lo trató de gay) me parece desubicado.

–También dijeron que te hiciste 27 cirugías.
–(Interrumpe) ¡Un delirio! Dicen que me puse tres centímetros en el talón. ¡Es lo más ridículo que escuché en mi vida! ¿Cómo se hace? Mirá, decime vos... (se saca la zapatilla y muestra su talón, que no presenta ninguna cicatriz). También dicen que tengo los pectorales hechos, ¡que me operé las tetas! Yo entreno desde los 16 años, me mato en el gimnasio. Esto se hace con fierros.

–La cara te la operaste, sin dudas.
–Dos veces. Primero me hice una cirugía en la nariz. Y después me hice el mentón, pero se me encapsuló la prótesis y hubo que sacarla. Quedó la cápsula, claro.

–¿Por qué no esperaste tener hijos de forma tradicional? Con una madre presente, digo.
–Porque el matrimonio no dura para siempre. Diez años hoy parece un milagro. Yo no quería tener hijos con una muer que mañana pueda casarse con otro tipo, y que mis hijos terminen viviendo vaya uno a saber dónde. Mis hijos viven conmigo, viajan conmigo, los crío como yo quiero y nadie me los puede sacar.

–¿No preguntan por su madre?
–Ellos conocen su realidad. Saben que sólo tienen papá, además de Marixa y Martha, sus niñeras. Saben también que papá quiso ser padre y una mujer en California lo ayudó a cumplir su sueño. Esta mujer los tuvo, nada más.

NEGOCIOS DE FAMILIA. A principios del siglo XX, Felipe Fort fundó uno de los mayores emporios de golosinas en la Argentina: Felfort. Desde hace dos años, luego de la muerte de su hijo, Carlos Fort, sus tres nietos se disputan la herencia. Jorge y Eduardo no tienen buena relación con su hermano artista. Cuenta Ricardo: “Cuando aparecí en televisión, mis hermanos dijeron que mi imagen perjudicaba a la empresa. Pero ahora hay estudios de mercado que dicen que, desde que estoy en la tele, subieron las ventas de los productos Felfort”.

–¿Soñás con tu propio muñequito Jack?
–Ya está en producción. La colección Ricardo Fort va a salir con el huevo Jack. Son muñequitos míos en distintas posiciones, además del Rolls Royce y los custodios de Ricardo Fort. También voy a hacer monedas de chocolate con mi cara.

–¿Entonces conservás poder en la empresa?
–Felfort sigue siendo mía. Tengo cargo de director, soy jefe de Desarrollo de Productos. Yo renové todos los packagings que ves en el kiosco.

–Tu hermano Eduardo te fue a ver a ShowMatch. ¿Esta reconciliación fue otro milagro de Tinelli?
–Fue un milagro, pero mío. Mi hermano me vio cantar y cambió de idea. Ahora me da consejos: “No te pelees con tal, no le des de comer a esa gente...”. Mi otro hermano, Jorge, con quien había cortado comunicación hace tiempo, me mandó un mensaje hermoso. Me dijo que tenía talento y que para él yo era el número uno.

–No quisiste que tu mamá cante en ShowMatch...
–Mi vieja siempre compitió conmigo. Yo recuerdo que me ponía a cantar en casa, y enseguida ella se ponía a cantar para taparme. Cuando entró a ShowMatch me dio miedo de que hiciese el ridículo.

–¿Qué es lo que más le irritaba a tu padre de vos?
–Mi padre era un tipo conservador, de mente retrógrada. Y yo soy muy creativo, siempre me gustó cambiar. Le propuse hacer el Marroc Light pero lo rechazó, porque creyó que iba a competir con el Marroc original. La pelea empezaba cuando coincidíamos en una reunión de desarrollo. Mi viejo decía: “La fábrica tiene 70 años y siempre le fue bien así”. Y yo pensaba: “Te va bien, ¿pero por qué no pensás que te puede ir diez veces mejor?”. Mi viejo tenía a mis hermanos chupándole las medias, nos hacía competir entre nosotros. Proponía eso de “divide y reinarás”. A mí no me daba nada: ni afecto ni plata. Viví 40 años con un tipo que me garroneó en todo. Imaginate que vos sabés que tenés una fortuna, que podrías hacer lo que quieras, pero no hacés nada porque tu viejo es un agarrado. ¡Apenas se muere tu viejo agarrás la fortuna y decís: “Ahora voy a hacer lo que se me cantan las pelotas”! Así, me compré dos Rolls Royce.

–¿Te reconciliaste con él?
–No. Mi viejo jamás me abrazó, nunca me dijo “te amo”. Todo el tiempo me decía: “Vos sos un incapaz”. Muchos me dicen que tengo que entenderlo, porque a él también le pegaban. Un tipo tan capaz como mi viejo, que hizo toda la plata que hizo, ¿puede ser tan burro?

–¿Alguna vez te faltó el dinero?
–A los 20 años, cuando me fui a vivir a Miami, trabajé de bartender, de portero de una disco y de gogo dancer. Ojo, hacía strip tease, pero no bailaba en bolas. Con esa plata me alquilé mi departamento, compré un auto...

–¿Qué desafíos te ponés para el futuro?
–Tengo mil proyectos. ¿Anotás? Voy a hacer la obra Fortuna en Mar del Plata. Después quiero transformarla en una tira para televisión. Además, voy a tener un programa durante las tardes del verano. Quiero producir un musical... Hay un equipo de gente pensando en hacer un auto y perfumes con mi nombre. Tengo mucho por delante, pero vivo el ahora. Creo mucho en El secreto, en la Ley de Atracción. Lo que quiero lograr en la vida lo visualizo como si ya lo tuviese. Me acuerdo que, cuando era chico, en clase dibujaba la parrilla del Rolls Royce y los marcos de los Rolex... ¡Y hoy tengo una colección de Rolex que me fascina y dos Rolls Royce!

Fuente: Gente Por Jorge Martínez Carricart. Fotos: Christian Beliera,

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