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lunes, 24 de agosto de 2009

Mike Amigorena “No es raro que esté enamorado: me enamoro todos los días”






Luego de agitar el avispero mediático declarando su “amor” con Carla Peterson, volvió a presentarse en La Trastienda al comando de la banda Ambulancia.

Hay cosas, muchas cosas, que todavía no me llegaron. Y cosas que no viví porque no les di oportunidad... Pero la vida te espera... Un hijo, ponele. Un garrón pasar por acá y saber que todavía no tuve un hijo.

–Con 37 años, estás a tiempo.
–Sí, claro.

–¿Pensás mucho en tener un hijo?
–Seee... ¿Cómo que no...?

–¿Es una cuenta pendiente?
–No es que tengo ganas (acentúa “ganas”) de tener un hijo. En este momento, no. Pero sé que es un quiebre en la vida de uno... Ahora no me quita el sueño.

–¿Y qué te quita el sueño, Mike?
–(Piensa) Comer mucho a la noche. Eso sí que no me deja dormir...

Apenas un esbozo de Mike Amigorena. Del zigzag de su retórica, de la deliciosa trampa de las palabras. Un adulto, un niño, un personaje inventado, un profeta de su propio arte dispuesto a refutarse a sí mismo a los cinco minutos. Por eso seduce. Y “cautiva”, como le gusta definir. Dice la leyenda que fue el “pibe incomprendido” de su Maipú natal, un incorregible capaz de repetir tres veces el cuarto año de secundaria, un bicho raro que se pintaba, se disfrazaba y tenía un sueño imposible: triunfar cual rockstar. Y dice esta leyenda, la que empezó a construir en los años más cercanos, que a Ricardo Luis Amigorena van a tardar en comprenderlo. Mientras él, como si descansara en el último banco del aula tirando tizas y papelitos, se divierte en grande. Y nos divierte, de paso.

–En la puerta se te abalanzaron. Te quieren mucho.
–Yo no lo puedo creer.

–¿Qué cosa?
–El cariño. Que me regalen chocolates. Que haya gente que me venga a ver actuar con Ambulancia por décima vez. Y no podés dejar de acercarte con afecto a esa gente. Porque el objetivo del artista es cautivar, y que la retribución de eso genere tanto cariño, me encanta. Es lo que uno busca como artista, en definitiva.

–¿Busca cariño?
–Claaaro... Decime, ¿quién no busca que lo quieran? Además, yo tengo una sensibilidad muy grande. No hay artista ni arte sin sensibilidad. A los 12 años supe que quería ser artista y descarté la idea de convertirme en bombero. O en superhéroe.

–¿Superman?
–No, no. El Hombre Araña. O el Increíble Hulk.

–¿Y cuál es el arte que más te gusta desarrollar?
–Lo que más disfruto es cantar.

–¿Más que actuar?
–Seee... Porque estoy compuesto de música. O sea: lo que yo hago actuando siempre está relacionado con la música. Y no necesariamente tengo que cantar, eh. Toda la información que tengo es musical.

Entonces, cuarenta minutos antes de salir a escena, Mike está feliz. En el camarín pequeño, lo más grande es el espejo donde él se refleja. Y se maquilla, torso desnudo, con más anarquía que método. “Sí, muchas veces me pinto yo mismo. ¿Está quedando medio desastroso, no?”, se ríe desde las entrañas de La Trastienda, donde Ambulancia viene tocando los viernes de agosto, y Mike concentra las miradas. Hasta que el camarín lo resguarda. Desde la explosión Pells hasta su última perlita mediática (la mentada declaración de amor a Carla Peterson), Amigorena es una de las caras más reconocibles del medio. Inmejorable impulso para Ambulancia, la banda donde canta, actúa, provoca y reinventa su arte. Y mientras todos le preguntan qué sigue a continuación en su carrera y en su vida, él parece ni planteárselo. Descarta propuestas, prefiere enfocarse en su pasión músico-teatral y hace equilibrio entre el pasado under y la popularidad de estos tiempos.

–Varias veces contaste que no leés ni estudiás.
–Por eso, toda mi información viene de la música. No leo, no voy al teatro... Y no estudio, porque no retengo nada. Soy un ignorante. Un intuitivo... Soy un ignorante intuitivo: ahí está.

–No creo que seas un ignorante.
–Obvio que tengo información, pero la largo por reflexión. Hay cosas que sé por experiencia de vida, pero no por un libro, porque me cultive. No... Lo único que hago es escuchar música.

–Confiás mucho en tu instinto.
–Para todo. No tengo otra cosa. Diría que soy un autodidacta.

–Vos que hablás de que los artistas cautivan. ¿Nunca te cautivó un escritor?
–No le di chance. Lo que me estaré perdiendo, ¿no?

–Los músicos sí te cautivaron.
–Sí. Lo mío siempre fue el pop, siempre. Erasure, por ejemplo. Admiro a Bowie, a Prince. Y los admiro porque tienen el don del entretenimiento constante. Más allá de la composición, de cómo cantan, tienen eso.

–¿Vos lo tenés?
–¿Ese don? (piensa) Tengo una cualidad, sí... Pero no quiero quedar como pedante, tampoco.

–Hablamos de cosas que no te llegaron, pero vas cumpliendo metas: hace poco estuviste en Nueva York.
–Sí, sueño cumplido. Estamos diez años más lejos, pero ojo que Buenos Aires tiene el mismo pulso, eh. Y yo soy de acá.

–¿Sos de Buenos Aires o de Maipú? ¿Cuál es tu lugar?
–Mmm... Buenos Aires. Pero te completo la idea con una metáfora automovilística: el circuito es Buenos Aires, pero los boxes están en Mendoza...

–¿El próximo sueño?
–Mirá: en realidad, yo ya estoy hecho. Si me llegara a morir mañana, ya estoy hecho. Porque alcancé el objetivo: quería venir a Buenos Aires, ser actor, y esto de Ambulancia ni lo tenía pensado. Tenés que ser consciente de que cuando alcanzás algo, no tenés que ser ni conformista ni tampoco un ambicioso desmedido. Entonces, si viene más, perfecto, vamos para adelante. Pero, ojo, ya estoy bien. Tengo una gran libertad: todo lo que siga en mi vida es yapa.

Soltero, en busca de casa propia (todavía alquila), lleva dieciocho años en Buenos Aires. Después de pelearla en la calle, repartiendo pizzas y posando como modelo, la remó en el teatro (donde comenzó a llamar la atención) y en la pantalla chica, y llegó a filmar con Francis Ford Coppola (lo cual no le movió un pelo), hasta que Los exitosos Pells hicieron el resto desde el año pasado. Boom. En la tira de Telefe mostró su versatilidad y volvió a compartir cámara con Carla Peterson, la mujer de la cual está... ¿enamorado? Eso dijo hace poco, y armó un esperable revuelo, que a la rubia pareció causarle una mezcla de gracia, ternura, sorpresa y, seguramente, inquietud por cómo tomaría las declaraciones su novio, Julien Hyvrard, un publicista francés que estudió Filosofía en La Sorbona.

–Qué lío se armó con lo que dijiste sobre Carla...
–¿Sí? ¿Qué dije?

–Que estás enamorado de ella, Mike.
–Ahhhh, sí... Pasa que esas cosas las digo... Claro, como no me conocen... No es raro que esté enamorado: me enamoro todos los días.

–A ella no se lo dijiste.
–Nooo… Pero tampoco es tan trascendente este asunto. También estoy enamorado de Elle Macpherson...

–Pasa que si declarás algo así, es lógico que trascienda. Ya sabés cómo es esto...
–No, no sé. Estoy conociéndolo.


Fuente: Gente Por Eduardo Bejuk. Fotos: Maximiliano Vernazza.

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