Chris Martin

Un rock star del nuevo milenio. Con menos fuego y pasión que una estrella de rock tradicional, el líder de Coldplay es la imagen y voz cantante de la banda más cool de la última década. Luego de varias idas y vueltas, tocará el viernes 26 en River. Está casado con la actriz Gwyneth Paltrow, es padre de familia, vegetariano, enemigo de las drogas y activista por la paz y el fin del hambre en el mundo.

Poco sexo, nada de drogas y algo de rock and roll. Esa podría ser la frase de cabecera de Chris Martin, el líder de la banda más taquillera de la última década. Lindo, alineado, vegetariano y siempre políticamente correcto, es el prototipo del rock star posmoderno, cultor de un perfil bajo extremo, ajeno a la ostentación de las celebrities, medido en su comportamiento, muy profesional y responsable. Casi un lord inglés que conquista corazones y oídos alrededor de todo el mundo. “Nosotros no vemos el rock como tomar cocaína y usar pantalones de cuero porque para nosotros, esto ya no es más ser rebelde. El espíritu del rock&roll es la libertad. Es actuar según lo que crees y que no te importe lo que los demás tienen para decir de éso. Sabemos que algunos nos van a ridiculizar y otros dirán que somos estúpidos, pero mientras hagamos lo que creemos, no podemos pedir perdón por eso”, declaró en la entrevista que le dio la tapa de Rolling Stone, todo un símbolo de su consagración como estrella indiscutida de la música.

Entre el cielo y el infierno. Nació el 2 de marzo de 1977 en la ciudad inglesa de Devon. Hijo de una maestra y un contador, creció siendo el mayor de cinco hermanos en el seno de un hogar muy católico y conservador. “Crecí con la perspectiva del cielo y el infierno eternos. Con la idea de que si pensás en tetas, te irás directo al infierno. Me taladradron diciendo: ‘Esto está mal’. Las cosas eran blancas o negras, como siguen siendo aún para millones de cristianos de derecha en el centro de América. Pasé un año pensando que si cantaba Símpatía por el diablo de los Rollings Stones, sería castigado”, confesó más de una vez respecto de su infancia. En su casa, aprendió a tocar el piano y ya desde niño comenzó a escribir canciones. A los 13, sus padres lo mandaron por dos años a un internado sólo de varones. Fue esa experiencia, terrible para Chris, la que lo convenció de que necesitaba hacer algo que cambiara el rumbo de su vida. “No quería terminar metido en esa rutina apestosa de la escuela elitista, luego la universidad, trabajar en un banco y tener una casa de verano en Francia”. Al salir de esa escuela, empezó a tocar la guitarra y formó varias bandas. Pero aún no estaba listo para romper todos sus esquemas e ingresó en la University College de Londres para estudiar Historia Antigua. Excelente alumno, se graduó con honores como el primero de su clase. Además, fue capitán del equipo de hockey. Sin embargo, lo más trascendente de su paso por la universidad no fue todo eso, sino que allí conoció al resto de los integrantes de Coldplay: Guy Berryman, Jonny Buckland y Will Champion.

La banda no tardó en formarse. Empezaron a escribir canciones, a ensayar seguido y ya para 1998 entraron en un estudio de grabación. Su demo Safety llamó la atención de la revista inglesa NME, que los consagró como la mejor banda nueva y les abrió las puertas de la discográfica Parlophone. En 2000, todo estuvo listo para el lanzamiento, incluso un arreglo económico de repartir las ganancias de manera equitativa, al estilo R.E.M y U2. Con el nombre de Coldplay y los dos primeros singles –Shiver y Yellow– del álbum debut, Parachutes, dieron la vuelta al mundo en pocos meses. Le siguieron A rush of blood to the head (2002), X&Y (2006) y el último, cuya gira de presentación los trae a River esta noche, Viva la vida or death and all his friends.

“La música me ayudó a tener sexo. Yo era el típico chico que le agrada a todas las chicas, pero con el que nadie quiere tener sexo. Eso y algunas rollos religiosos hicieron que no perdiera la virginidad hasta los 22 años. Necesitaba ser una estrella de rock”, confiesa sin temor a la burla. Pero lejos de dedicarse a recuperar el tiempo perdido, poco después de convertirse en una estrella, Chris se decidió a formar una familia. Claro que no fue cualquier chica la que se cruzó en su camino: la bella, y más famosa que él, Gwyneth Paltrow, quien le lleva 5 años de diferencia. “Ella es la única novia que he tenido en mi vida”, reconoce el rock star que tampoco tuvo problemas en admitir que jamás ha probado una droga, a excepción de las pastillas para dormir, algo que dice que lo apena mucho, pero es necesario. Se conocieron en octubre de 2002, cuando ella asistió a un concierto de Coldplay en Dublin. Y se casaron a fines de 2003, poco más de un año después, en una boda secreta en Santa Mónica. Cultores del bajo perfil desde el comienzo, no sólo no hablan de su pareja, sino que directamente evitan mostrarse juntos. Más aún, desde la llegada de sus hijos, Apple Blythe Alison Martin, quien nació en Londres en mayo de 2004 y Moses Bruce Anthony Martin, nacido en 2006 en Nueva York.

Militancia, vegetarianismo y algo más. Desde que están juntos, Gwyneth y Chris son conocidos por ser una pareja de vegetarianos, esto es, no se alimentan de ningún animal ni sus derivados. Se dice que lo son tan al extremo, que hasta las tortas de cumpleaños de sus hijos se hacen sin huevos ni leche. Sin embargo, luego de que Paltrow declarara en una ocasión que en su casa son “más que nada vegetarianos”, la rigurosidad de la dieta está en duda e incluso algunos se mofan de ellos por eso. Lo que no está en duda es la militancia de Chris contra la violencia y la injusticia. Además de sus críticas a George Bush y su apoyo público a Barack Obama, Martin suele participar de conciertos solidarios, dona el 10% de sus ganancias para organizaciones de caridad, colabora activamente con la campaña Make Trade Fair de la ONG Oxfam e incluso, ha viajado a Haití y a Ghana, donde confesó: “Al principio me sentía como un Bono de cuarta categoría. Después me sentí como un Bono de tercera, y quizás pueda llegar a sentirme como un Bono total”, confesó en su diario de viaje haitiano.

Pero más allá de la conciencia y el compromiso social, al fin y al cabo el chico es un rock star. Y es por eso que, como toda estrella, su lista de requisitos gastronómicos, y no gastronómicos, para su estadía en la Argentina es, al menos, particular: además de sándwichs, ensaladas y pizzas, los chicos de Coldplay quieren cervezas “que no sean norteamericanas”, sake Nigori, té de menta descafeinado, entre otras variedades, sopas caseras, muchas frutas y verduras frescas a toda hora y, en los camarines, “cinco postales con motivos locales” y “un ramo de flores en un florero”.
Fuente: para ti

Chris Martin líder de Coldplay nota fotos