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jueves, 6 de noviembre de 2008

Los nuevos príncipes







Andrea (20) es el hijo mayor de Carolina de Mónaco y de Stefano Casiraghi, de quienes heredó la belleza y cierta gravedad en su mirada. William (22), el hijo mayor de la inolvidable Lady Di y del no tan querido príncipe Carlos, es el preferido en Windsor. Están segundos en la línea de sucesión, pero se plantan -y presionan- como los herederos del glamour que las monarquías europeas necesitan para seguir viviendo.

En una misma semana, una boda y un funeral capturaron la mirada de los medios afines a las idas y vueltas de las monarquías europeas. Por un lado, parte de la realeza del Viejo Mundo se dio cita en el casamiento más anunciado: el del príncipe Carlos de Inglaterra, que finalmente obtenía la bendición de su madre y de su iglesia para vivir junto a su eterna mujer amante, Camilla Parker Bowles. De la otra orilla del Canal de la Mancha, la cita fue diferente: otro dramático funeral del pueblo monegasco que daba el último adiós a su Príncipe Rainiero.

Sonrisas por un lado. Lágrimas por el otro. Pero en ambos escenarios hubo algo -una sensación- coincidente: la presencia de una próxima generación de príncipes de las casas reales europeas que, aunque conserven un presunto bajo perfil, llaman la atención, pisan cada vez más fuerte y amenazan con desbancar a sus mayores. Así, tanto en el Castillo de Windsor como en la Catedral de Mónaco las miradas se fijaron en ellos: Andrea Casiraghi, el hijo mayor de Carolina de Mónaco, y el Príncipe William, el primogénito de Lady Di. Mientras provocan suspiros entre las adolescentes, intentan vivir sus vidas lo más livianamente posible y hacen malabares para cumplir con el protocolo, la vida de Andrea y la de William convergen en un punto: son los dos solteros más cotizados de la realeza y la gran esperanza para la supervivencia del brillo y el glamour de ambos linajes familiares.

Nacidos en cunas de oro

Así como antes los personajes de la realeza inspiraban fábulas infantiles, ahora la vida de los reyes y los príncipes nutre las principales revistas y programas de tevé de chismes y del corazón. En el caso de la dinastía Grimaldi, luego de cincuenta años de reinado de Rainiero III de Mónaco la estrella indiscutible es Andrea Casiraghi (20). Como salido de un cuento de hadas es el príncipe con el que sueñan todas las jóvenes monegascas. Alto, rubio y de ojos azules, ha sido elegido por la revista norteamericana People como uno de los cincuenta hombres más atractivos del planeta. Reservado pero seductor, posee la elegancia real de su madre y el porte altivo de su abuela, la princesa Grace Kelly. Pero más que nada, él ha querido heredar el estilo de su padre Stefano Casiraghi, quien murió cuando él tenía sólo seis años en un accidente en el mar mientras practicaba motonáutica. Con sumo cuidado Andrea cultiva su imagen peinándose y vistiéndose como él. Todo comenzó a partir de una visita que hiciera a la casa de sus abuelos paternos en Montecarlo, donde encontró una fotografía de su padre en plena adolescencia, que lo mostraba con el pelo largo recogido con un pañuelo en la frente. "Un día mi nieto vino a mi casa y se puso a mirar retratos de mi hijo. En varios aparecía con el cabello largo. Stefano en esa época era un muchacho de 16 años y eso estaba de moda, además, en ese entonces, trabajaba como modelo. Recuerdo que en cuanto lo vio el pequeño Andrea me pidió que le regalara la foto, y por supuesto que lo hice. Desde ese día cambió su estilo", explicó en una entrevista su abuela, Fernanda Casiraghi. Meses después se enteraría a través de Carolina que su nieto había colocado la foto de Stefano en su mesita de luz y que la miraba cada vez que se peinaba para imitar el estilo de su papá. Nacido bajo la atenta mirada de los medios, fue el bebé más codiciado por la prensa y extremadamente mimado por su mamá, quien siempre lo protegió de sentirse desplazado ante la llegada de sus dos hermanos: la bellísima Charlotte y Pierre.

Algo parecido le pasó al Príncipe William, quien siempre tuvo un lazo especial con su madre, la inigualable Diana Spencer. Por él, ella era capaz de romper con todo el protocolo y abrazarlo en público. Al igual que Andrea, el principito de Gales sufrió una gran pérdida -la muerte de su madre, en 1997- que lo hizo crecer de golpe y provocó que todas las miradas apuntaran a él.

Pero ambos contaron con el apoyo de sus familias para afrontar el drama: William se refugió en su padre y en sus abuelos, mientras Andrea contó con el amor de su madre, hermanos y la nueva familia que Carolina formó con el Príncipe Ernst de Hannover en 1999. En contraposición a su look decontracté, y un tanto "reo", como resultado de su crianza Andrea es sensible, introvertido y sumamente cariñoso con su familia, especialmente con su hermana menor Alexandra -la hija de Carolina y Ernst-, de sólo seis años, su gran debilidad. En cuanto a sus deberes reales, a diferencia de William, quien se caracteriza por aceptar su destino, Andrea -ahijado de Stephanie- heredó la rebeldía de su madrina, aunque siempre ha sido muy celoso de su intimidad e intenta mantener sus romances en privado. Hoy el corazón de Andrea tiene dueña: Tatiana Santo Domingo, una chica colombiana, amiga de Charlotte Casiraghi y nieta de uno de los empresarios más importantes de Colombia.

William por su parte comienza a afianzar su relación con Kate Middleton, a quien conoce desde hace dos años. Sumamente cauto a la hora de hacer declaraciones ante los rumores de matrimonio, William no dudó en decir: "Sólo tengo 22 años. Soy muy joven para casarme. No quiero hacerlo hasta cumplir los 28 o 30 años", y para muchos la ausencia de apuro por dar el sí es directamente proporcional a su renuencia a zambullirse en sus deberes reales y heredar precozmente el trono.

En el Principado de Mónaco, luego del fallecimiento del Príncipe Rainiero y el cambio de la Constitución, Andrea está segundo en la línea de sucesión al trono de Mónaco tras su tío, el Príncipe Alberto. El es el único hijo varón de Rainiero, que a los 47 años permanece sin casarse y a pesar de haber sido visto con mujeres exultantes como Claudia Schiffer, su soltería empedernida ha despertado rumores sobre su verdadera sexualidad. Sobre todo, si bien estudió en el Amherst College de Massachusetts y se licenció en Ciencias Políticas, no se lo considera muy apto para suceder a su padre. Débil de carácter, se lo ha visto siempre más interesado en las tropelías que puede hacer desde el poder que en ejercerlo para gobernar. Además, su escaso carisma no provoca la simpatía de las multitudes como lo hacía Rainiero III, quien gozaba de una popularidad inmensa debido tanto a su personalidad como a su obra en el pequeño principado convertido -gracias a su obra y marketing- en un paraíso para los millonarios. Pero si las cosas siguen como hasta ahora y Alberto no tiene hijos, Andrea -por ser el hijo mayor de Carolina- heredaría el trono. Durante el funeral de Rainiero en una de las alas de la Catedral del Principado, el pueblo monegasco vio a Andrea junto a sus hermanos, tal vez y entre tanto dolor él ya barajaba la posibilidad de que le adjudicaran tamaña responsabilidad y que llegue a heredar el trono que durante siete siglos ha pertenecido a la familia Grimaldi.

Días antes de que Andrea llorara la muerte de su abuelo, permaneciendo firme al lado de su madre y dando una señal de que su futuro es importante en la dinastía, William brillaba con una sonrisa gigantesca en la boda de su padre. Fue testigo de la ceremonia y junto a su hermano Harry decoró el Bentley nupcial, el auto con el cual los recién casados abandonaron el Castillo de Windsor, demostrando que -a pesar del disgusto y del rechazo de muchos británicos- él sí aceptó a Camilla Parker Bowles como parte de su vida. Sin embargo, el matrimonio separó para siempre la imagen de Carlos junto a la querida Lady Di. La flamante fotografía del casi adulto William, en cambio, es cada vez más parecida a la postal de un verdadero "rey de corazones", heredero del cariño popular y el carisma de su madre.

Por su parte, al Príncipe Carlos le queda pendiente encarnar el rol para el cual ha sido preparado desde su infancia: ser el rey de Inglaterra, un sueño que hoy suena cada vez más lejano. Por un lado, porque su mínimo carisma no lo hace muy atractivo para el cargo. Y por otro lado su madre, la reina Isabel II, acaba de cumplir los 79 años y ya hizo saber que no piensa abdicar. Una última sombra lo acecha de cerca: la de su propio hijo, William, y la certeza de que a sus 22 años él es la verdadera gran esperanza para la supervivencia de la Casa Windsor y la continuidad de la corona británica.

A imagen y semejanza de los apuestos caballeros siempre al rescate de damas en apuros, aquellos imaginados por los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm y por Hans Christian Andersen, los príncipes Andrea y William fueron bendecidos con una belleza innata, mucho glamour y una vida sin apremios. Pero a diferencia de sus alter ego de ficción, su misión no parece ser ir al auxilio de princesa alguna sino, por el contrario, rescatar las endebles monarquías europeas de las garras de la extinción.

Fuente: Para Ti
Texto María Inés Viturro Fotos AP/Fonoticias/A.Atlántida

1 comentario:

  1. BUSCO INVERCIONISTAS MI DISEÑO "LA RED
    MOVIL DE TENIS" *EL TENIS DE CAMPO HA SIDO UN DEPORTE DE REYES Y REINAS ¿QUIENES DE LA REALEZA MUNDIAL ESTARIAN INTERESADOS EN INVERTIR PARA POPULARIZAR EL TENIS DE CAMPO CON EL PROGRAMA Y LA RED MOVIL TIPO CAMPIG DISEÑADOS POR MI? Y SER PARTE DE LA HISTORIA DE ESTE DEPORTE *VER FACEBOOK P. WILSON SILVA P. FOTOS Y NOTAS DEL TEMA.

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