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lunes, 3 de noviembre de 2008

Adrien Brody






No tiene nada de lo que hay que tener para ser un galán de Hollywood. Pero el actor de El pianista se ha convertido en un star, adorado por el público, cotizado por grandes directores y codiciado por diseñadores como modelo. Ahora es héroe de acción en King Kong, el filme de Peter Jackson.

Nariz larga y puntiaguda enmarcada en un rostro anguloso. Ojos verdes grisáceos, rodeados por párpados apenas caídos, e infinitas pestañas. Flaquísimo y con casi dos metros de altura. Adrien Brody no tiene los ojos de Brad Pitt, ni la sonrisa de Tom Cruise, ni los bíceps de Colin Farrell, ni el cuerpo dibujado de Matthew McConaughey. Pero tiene el talento que, poco a poco, le hizo ganar su lugar en la industria hollywoodense más los suspiros de amor por parte de la audiencia femenina. ¿Será por esos ojos dulces que parecen atesorar una gran tristeza?

Su nariz rota es casi un trofeo de guerra. En 1998, mientras interpretaba un pequeño papel en La noche del asesino, de Spike Lee, se lastimó la nariz en una de las escenas y de inmediato la convirtió en una de sus marcas registradas. Brody decidió no arreglársela y acertó. Tampoco se cambió el nombre, aun cuando tanto le advertían que no era muy vendedor. Su madre de origen húngaro lo había bautizado “Adrien”, un nombre que en los Estados Unidos suelen llevar las mujeres. Pero estas inclemencias, que a un espíritu poco guerrero lo hubieran desalentado al punto de truncarle una carrera actoral, a él lo fortalecieron.

Su elegancia lo postuló como la cara de la campaña de la prestigiosa firma de moda italiana Hermenegildo Zegna y mucho se habló cuando llegó enfundado en un exclusivísimo traje –recién sale a la venta este verano– al estreno del film La Aldea. Ya había elegido lucir esta misma marca en la entrega de los premios Oscar en 2003, en la que recibió su primera estatuilla como Mejor Actor por El Pianista, de Roman Polanski. Fue el actor más joven en recibir ese premio, a los 29 años, tras ganar la competencia a actores de la talla de Nicolas Cage y Daniel Day-Lewis. Y se lució. En aquella ceremonia no pasó desapercibido: se atrevió a besar profundamente en la boca a Halle Berry, la protagonista de Gatúbela, en plena gala. “Si uno va a hacer algo como eso alguna vez, sin duda el momento era el adecuado”, supo decir sin atisbos de disculpas y hasta aseguró que ella le devolvió el gesto.

Pero nada hubo de improvisado en este arrebato, porque la escena con la que sorprendió a la actriz estuvo inspirada en una foto en la que Adrien descubrió a sus propios padres besándose apasionadamente en plena juventud, explicó Brody. Obviamente la pareja –el Sr. y la Sra. Brody– que le inspiró tal osadía estaba presente para acompañar a su hijo en el evento. Ahora, con 32 años, enfrenta un nuevo desafío: es el nuevo héroe de acción de Peter Jackson en King Kong, la esperada remake del clásico film de los años ‘30 que se podrá ver en todos los cines el 15 de diciembre. Allí interpretará a un autor de teatro que viaja a una isla del Pacífico para investigar la existencia de un gigantesco gorila que convive con imponentes animales prehistóricos. En este caso Brody intentará robarle el corazón a la hermosísima Naomi Watts, la rubia que protagonizó 21 gramos junto a Sean Penn.

CHICO CON SUERTE. Cuando Adrien tenía cinco años ya divertía a sus amigos con trucos de magia y payasadas en actos escolares y cumpleaños. De adolescente incursionó en el hip hop, pero enseguida se dio cuenta de que lo suyo era la actuación, aunque todavía sigue componiendo música. Creció con mucha confianza en sí mismo y mucho apoyo de sus padres. Es hijo de un profesor de Historia y de una reportera gráfica muy reconocida en Estados Unidos, Sylvia Plachy, quien desde pequeño lo introdujo en el mundo de las cámaras. “Mis padres siempre me animaron a explotar mi potencial de la manera que quisiera”, comentó Brody en una entrevista.

Por eso, cuando llegó la hora, abandonó el barrio de Brooklyn en Nueva York y se mudó a Los Angeles, donde trabajó como mesero mientras asistía a todas las audiciones a la espera de la gran oportunidad, que llegaría poco después. “Me alejé de la violencia, las pandillas y las pintadas callejeras de sucias paredes”, recordó Adrien. El primer año no fue tan duro porque su padre se tomó un período sabático para acompañarlo en sus primeros pasos. Consiguió algunos trabajos chicos en televisión y en cine, en Pandillas de Nueva York y Bullet, donde compartió créditos con Mickey Rourke. Pero fue en Historia de un asesino –la que le valió el golpe en la nariz– que Roman Polanski lo descubrió disfrazado de tipo duro pero que destilaba dulzura y que era confundido con un asesino en serie disfrazado con piercing y chaleco con tachas. El director ya había tomado audiciones a más de 1.000 aspirantes y ninguno daba con el perfil que requería la historia verídica de un refugiado de un campo de concentración nazi. Sólo Brody conjugó sensibilidad y vulnerabilidad.

Entonces se sometió a una dieta para perder más de 15 kilos y aprendió a tocar Chopin en el piano dedicándole muchas horas por día. Su padre se encargó de ayudarlo con el acento polaco. “Roman por poco me mata de hambre. Eso fue un suplicio”, confesó Brody. Y también tuvo problemas en casa: peleas temporales con su novia con la convivía hacía años, debido a las exigencias del rodaje. Pero el sacrificio valió la pena. “Yo he sido siempre un perro loco, un joven peligroso y algo salvaje. Después de El pianista siento haber dado el paso definitivo hacia la madurez. Provocó un giro en mi vida. Porque todo lo vivido ha suavizado mi intolerancia, mi impaciencia y mi manía de quejarme continuamente. Creo que he mejorado como persona. Como actor, lo dejo al juicio de los demás”, dijo en aquel momento.

Adrien ya estaba acostumbrado a los retos de sus personajes: antes, en The Jacket, se había sometido a estar con una camisa de fuerza dentro de un nicho de morgue durante largo tiempo. Según confesó después del rodaje, “las lágrimas que el público vio en la película fueron reales”. Y para King Kong no la pasó mucho mejor: “Tuve varios golpes y todavía conservo las cicatrices y moretones para probarlo. Estuve nueve meses colgado de los árboles de Nueva Zelanda, donde se filmó la película”, dijo recientemente en una entrevista. “Conocer a Peter Jackson me producía una gran emoción. Creía que había muchos candidatos para el rol, pero en realidad sólo me querían a mí. Además es reconfortante tener un papel más basado en la acción y que, aunque es profundo, no te absorba emocionalmente”, comparó Brody cuando se enteró de que su suerte ya estaba echada junto al director de la trilogía de El Señor de Los Anillos. Las flores no tardaron en volver: “Adrien es uno de los actores más talentosos del momento. Es inteligente, encantador y muy versátil”, lo elogió Jackson antes del lanzamiento de la película que tiene una apuesta de 270 millones de dólares.

EN BUSCA DEL SIMIO PERDIDO. Si la capacidad de adaptación define a un buen actor, Brody encabeza esa lista. Selecciona lo que le ofrecen. “Cuando vivía en Los Angeles en un departamento modesto, me hubiera gustado mucho tener cosas lindas y comprarme autos nuevos. Pero me produciría mucho dolor hacer un papel que no me guste. Sentiría que le estoy mintiendo a todo el mundo”, confesó Brody, y afirmó que el hecho de no haber tenido dinero nunca le ayudó a no perder la cabeza. Siempre pudo mantenerse calmo, con pocas o muchas ofertas de trabajo.

Hace poco rechazó dos papeles para poder dedicarle más tiempo a su novia –quien lo acompaña desde antes de ser conocido– y su perro. Perder sensibilidad por la fama no es su estilo. Sigue comprando lapiceras, relojes y cuchillos de imitación súper económicos, tal como hacía antes de tener dinero.

Adrien no se deja encasillar como actor. Ahora, mientras espera el estreno de King Kong, se adiestra para lidiar con toros en España. Es que por su parecido físico fue elegido por el director holandés Menno Meyjes para dar vida a la historia del legendario torero español Manuel Rodríguez Sánchez y su turbulenta relación con una actriz que será interpretada nada más y nada menos que por la hermosísima Penélope Cruz. Pero antes nos dará el gusto de verlo en la odisea con el legendario simio. Despeinado, pero elegante, sensual y carismático. Perfectamente imperfecto.

Fuente: Para Ti
Texto: Mara Derni. Fotos: UIP/Fotonoticias.

2 comentarios:

  1. Es que me encanta la gente con una nariz generosa.
    me encanta el.

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  2. me encanta adrien, para mi es uno de los mejores actores de su generacion, y es hermoso, esos ojos tiernos.. esa mirada matadora, y debe ser un dulce y sexy a la vez, con las mujeres, se merece el oscar y muchos premios mas...

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