Austríaco, de 34 años y súper modelo, es la imagen de Blue Label, la nueva fragancia masculina de Givenchy. Alguna vez comparado con James Dean, desfiló para todos -Versace, Armani y Valentino- y salió en las mejores revistas de moda y tendencias del mundo. Ahora, conversó con Para Ti sobre su brillante carrera y sus sueños de actor.
A los 34 años y después de más de una década de protagonizar importantes campañas internacionales, hoy el modelo austríaco Werner Schreyer es la cara de Blue Label, la nueva fragancia de Givenchy para hombres. Imposible no detenerse en su imagen impresa en las revistas top del mundo, desde Vogue Italia a Paris Match, en las que se lo puede ver con el pelo engominado, sereno, descansando en soledad sobre la proa de un velero anclado en algún lugar del mar. "Para esta campaña Givenchy pensó en mí porque creo que encierro todo aquello que la marca desea transmitir: en las fotos me muestro relajado, con un aire misterioso y auténtico -contó Werner a Para Ti por vía telefónica desde Austria-. Estoy sumergido en la más placentera atmósfera, en paz, bien conmigo y con el entorno que me rodea".
Sus primeros pasos en el modelaje comenzaron en 1990, en plena era de las "supermodelos" Naomi Campbell, Cindy Crawford, Claudia Schiffer y Linda Evangelista, quienes representaban a las más prestigiosas casas de moda siempre y cuando las firmas desembolsaran para ellas cifras millonarias. Por entonces, los hombres eran considerados profesionales de segunda clase. Pero, a mediados de década, soplaron otros vientos, de la mano de los primeros top models masculinos: el sueco Markus Schenkenberg y el holandés Mark Vanderloo (durante varios años pareja de la española Esther Cañadas). Ellos fueron los primeros en decidir "no levantarse de la cama por menos de 15.000 euros"… "Fue una revolución en el mercado de la moda, que los hombres pudieran ser también supermodelos", analiza Werner, quien no tardó en sumarse a aquella rueda de la fortuna. "Honestamente, no estaba en el plan de mi vida convertirme en un modelo importante. Simplemente sucedió".
De adolescente, lo único que quería este vienés era dedicarse al deporte: jugaba al fútbol, hacía natación (su especialidad eran los 100 metros libres) y competía en el equipo austríaco de kung fu. Durante el servicio militar le ofrecieron ingresar a la Escuela Deportiva Militar en Viena, pero Werner rechazó la oferta. "Quería hacer algo de mí mismo y quería ver algo del mundo… Y también escuché a mi madre". Se ríe y cuenta el papel clave que ella jugó en su carrera: "'Todo lo que te probás te queda estupendamente bien', me decía. Así que era ella la que me anotaba y llevaba a los castings".
Y no se equivocó. Algunos atribuyen su vertiginoso ascenso hacia las altas cumbres del mundo de la moda fundamentalmente a su parecido con James Dean, aunque en algunas ocasiones y según cómo vistiera también lo compararon con Clark Gable. "Fui la cara de Hugo Boss y en esa campaña lucía casi idéntico a James Dean. A partir de ahí, las ofertas comenzaron a llover sobre mi cabeza", responde con extremada tranquilidad, una virtud que dice haber adoptado el día que traspasó la barrera de los 30. Luego vinieron los desfiles para Versace, Calvin Klein, Emporio Armani, Ralph Lauren, Dolce & Gabbana y Valentino, entre otros.
En el otoño europeo de 2002 se dio el lujo que ponerle el cuerpo a las camisas de H&M y empapelar las principales capitales de la moda internacional con su imagen plasmada en gigantografías. Ese mismo año posó para la edición francesa de Vogue frente a la cámara del fotógrafo Nº1, Mario Testino. "Trabajar con él fue una experiencia inigualable. Es, sin lugar a dudas, uno de los fotógrafos estrella de todos los tiempos".
Hoy, Werner está más entusiasmado que nunca porque asegura estar cerca de alcanzar uno de sus sueños más anhelados: actuar, y dice: "Realicé algunas participaciones en filmes que finalmente no prosperaron. Pero estoy seguro de que lo mejor está a punto de llegar. Pocos lo saben, pero estudié teatro durante varios años de mi vida. Ahora, lo único que estoy esperando es un propuesta adecuada".
Fuente: Para Ti
Texto Jessica Faure
A los 34 años y después de más de una década de protagonizar importantes campañas internacionales, hoy el modelo austríaco Werner Schreyer es la cara de Blue Label, la nueva fragancia de Givenchy para hombres. Imposible no detenerse en su imagen impresa en las revistas top del mundo, desde Vogue Italia a Paris Match, en las que se lo puede ver con el pelo engominado, sereno, descansando en soledad sobre la proa de un velero anclado en algún lugar del mar. "Para esta campaña Givenchy pensó en mí porque creo que encierro todo aquello que la marca desea transmitir: en las fotos me muestro relajado, con un aire misterioso y auténtico -contó Werner a Para Ti por vía telefónica desde Austria-. Estoy sumergido en la más placentera atmósfera, en paz, bien conmigo y con el entorno que me rodea".
Sus primeros pasos en el modelaje comenzaron en 1990, en plena era de las "supermodelos" Naomi Campbell, Cindy Crawford, Claudia Schiffer y Linda Evangelista, quienes representaban a las más prestigiosas casas de moda siempre y cuando las firmas desembolsaran para ellas cifras millonarias. Por entonces, los hombres eran considerados profesionales de segunda clase. Pero, a mediados de década, soplaron otros vientos, de la mano de los primeros top models masculinos: el sueco Markus Schenkenberg y el holandés Mark Vanderloo (durante varios años pareja de la española Esther Cañadas). Ellos fueron los primeros en decidir "no levantarse de la cama por menos de 15.000 euros"… "Fue una revolución en el mercado de la moda, que los hombres pudieran ser también supermodelos", analiza Werner, quien no tardó en sumarse a aquella rueda de la fortuna. "Honestamente, no estaba en el plan de mi vida convertirme en un modelo importante. Simplemente sucedió".
De adolescente, lo único que quería este vienés era dedicarse al deporte: jugaba al fútbol, hacía natación (su especialidad eran los 100 metros libres) y competía en el equipo austríaco de kung fu. Durante el servicio militar le ofrecieron ingresar a la Escuela Deportiva Militar en Viena, pero Werner rechazó la oferta. "Quería hacer algo de mí mismo y quería ver algo del mundo… Y también escuché a mi madre". Se ríe y cuenta el papel clave que ella jugó en su carrera: "'Todo lo que te probás te queda estupendamente bien', me decía. Así que era ella la que me anotaba y llevaba a los castings".
Y no se equivocó. Algunos atribuyen su vertiginoso ascenso hacia las altas cumbres del mundo de la moda fundamentalmente a su parecido con James Dean, aunque en algunas ocasiones y según cómo vistiera también lo compararon con Clark Gable. "Fui la cara de Hugo Boss y en esa campaña lucía casi idéntico a James Dean. A partir de ahí, las ofertas comenzaron a llover sobre mi cabeza", responde con extremada tranquilidad, una virtud que dice haber adoptado el día que traspasó la barrera de los 30. Luego vinieron los desfiles para Versace, Calvin Klein, Emporio Armani, Ralph Lauren, Dolce & Gabbana y Valentino, entre otros.
En el otoño europeo de 2002 se dio el lujo que ponerle el cuerpo a las camisas de H&M y empapelar las principales capitales de la moda internacional con su imagen plasmada en gigantografías. Ese mismo año posó para la edición francesa de Vogue frente a la cámara del fotógrafo Nº1, Mario Testino. "Trabajar con él fue una experiencia inigualable. Es, sin lugar a dudas, uno de los fotógrafos estrella de todos los tiempos".
Hoy, Werner está más entusiasmado que nunca porque asegura estar cerca de alcanzar uno de sus sueños más anhelados: actuar, y dice: "Realicé algunas participaciones en filmes que finalmente no prosperaron. Pero estoy seguro de que lo mejor está a punto de llegar. Pocos lo saben, pero estudié teatro durante varios años de mi vida. Ahora, lo único que estoy esperando es un propuesta adecuada".
Fuente: Para Ti
Texto Jessica Faure
Werner+Schreyer Austríaco imagen+Blue+Label Givenchy top+model
No hay comentarios:
Publicar un comentario