El 25 de marzo murió Tito Alberti (86), uno de los grandes bateristas de jazz argentinos. Su hijo Charly, el famoso batero de Soda Stéreo, le rinde homenaje en estas páginas.
Todavía sus ojos y su voz reflejan que el dolor por la pérdida de su papá está muy fresco. Sin embargo, Charly Alberti (46) siente la necesidad de recordarlo aquí y ahora, antes de partir hacia México. “Si debo hablar de mi viejo como músico, definitivamente es como músico de jazz, y por sus orquestas Cotton Pickers y Jazz Casino. Todo lo demás que hizo, aunque parezca mentira, lo tomaba como parte de su trabajo y casi no lo mencionaba. Yo recién me enteré a los 17 años de que había hecho El Elefante Trompita, algo que casi le causaba vergüenza, ¡cuando es un tema que conoce todo el mundo! Su orgullo era el jazz”.
Tito Alberti nació el 12 de enero de 1923 en Zárate, adonde decidió volver a vivir hace seis años para estar cerca de sus viejos amigos. Padre de Charly y Andrés Alberti, tuvo una carrera artística admirable. Se destacó como uno de los grandes bateristas de jazz argentinos, y tuvo una importante orquesta que durante once años lideró las cifras de recaudación de los tradicionales bailes de Carnaval porteños. Grabó con estrellas como Oscar Alemán, y figuras internacionales de la talla de Xavier Cugat y Pérez Prado. Y en su rol de compositor, tuvo en su haber más de un centenar de temas, incluyendo a El Elefante Trompita, tal vez la más famosa de las canciones infantiles criollas.
“En el 2005 tocó en un concierto que los músicos de jazz organizaron en su honor en el teatro Coliseo de Zárate –recuerda Charly–. Lo hizo contra las indicaciones de los médicos, porque ya había tenido un montón de bypass y complicaciones, todo producido por el cigarrillo, porque en su juventud fumaba muchísimo”.
Las anécdotas e historias fluyen fácilmente en el relato de Charly, que aclara no haberse dedicado a la batería por imposición, aunque indudablemente la influencia paterna pesó, y mucho. “¡Imaginate! Cuando yo era chico, lo primero que hizo mi viejo fue darme un par de palillos y mandarme a estudiar batería. Cuando me quise dar cuenta, ya tocaba. Una particularidad de la educación que me dio es que me hizo pasar por todas las instancias de lo que es una banda. Porque tocar no es solamente subirte y golpear la batería. Me hizo ser plomo, cargar las cosas, armar el escenario y aprender a ser sonidista. Recién entonces pude tocar en su orquesta”.
“Con Soda –continúa Charly– empezamos ensayando en mi casa. Pasamos un par de años en su sala, sin hacer shows, porque buscábamos otro integrante y queríamos tener los temas bien listos. Pero en determinado momento mi papá nos dijo que teníamos que salir a tocar, porque para ser músico hay que mandarse. Nosotros no queríamos, pero él insistió, diciendo que teníamos que hacer plata y pagar la sala de ensayos. Así se inició una época de conflicto y terminé yéndome de mi casa. Fuimos a ensayar a distintos lugares, incluso a la casa de Zeta, hasta que finalmente tuvimos nuestra propia sala”.
–¿Y cuándo llegó su apoyo y aprobación, Charly?
–¡Me la hizo parir! Su primer gran OK fue cuando hicimos el primer Obras, en abril de 1986. Dijo que se sentía orgulloso, mientras que antes siempre remarcaba las cosas que había que mejorar.
–¿Estuvo en los River del regreso de Soda del 2007?
–Sí. Fue al segundo show, el sábado 20 de octubre. Todos dijeron que salió todo perfecto, pero para mí fue un desastre, lleno de desprolijidades. Creo que me jugó en contra tenerlo cerca del escenario, porque siempre era como rendir un examen. Era una presencia especial, porque se trataba de un músico y no simplemente de un padre... Me dijo que no podía creer la cantidad de gente que había en el estadio Monumental, aunque a esa altura tampoco era una sorpresa, porque había vivido de cerca toda la carrera de Soda. El éxito fue lograr cosas en su mismo rubro que él no había alcanzado, como el apoyo de las marcas de baterías y las grandes giras internacionales. El vivió otro momento del mundo en que todo se hacía más a pulmón. Esas cosas antes no pasaban ni en sueños...
Fuente: Revista Gente, Por Marcelo Fernández Bitar. Fotos: Album personal de Charly Alberti
Todavía sus ojos y su voz reflejan que el dolor por la pérdida de su papá está muy fresco. Sin embargo, Charly Alberti (46) siente la necesidad de recordarlo aquí y ahora, antes de partir hacia México. “Si debo hablar de mi viejo como músico, definitivamente es como músico de jazz, y por sus orquestas Cotton Pickers y Jazz Casino. Todo lo demás que hizo, aunque parezca mentira, lo tomaba como parte de su trabajo y casi no lo mencionaba. Yo recién me enteré a los 17 años de que había hecho El Elefante Trompita, algo que casi le causaba vergüenza, ¡cuando es un tema que conoce todo el mundo! Su orgullo era el jazz”.
Tito Alberti nació el 12 de enero de 1923 en Zárate, adonde decidió volver a vivir hace seis años para estar cerca de sus viejos amigos. Padre de Charly y Andrés Alberti, tuvo una carrera artística admirable. Se destacó como uno de los grandes bateristas de jazz argentinos, y tuvo una importante orquesta que durante once años lideró las cifras de recaudación de los tradicionales bailes de Carnaval porteños. Grabó con estrellas como Oscar Alemán, y figuras internacionales de la talla de Xavier Cugat y Pérez Prado. Y en su rol de compositor, tuvo en su haber más de un centenar de temas, incluyendo a El Elefante Trompita, tal vez la más famosa de las canciones infantiles criollas.
“En el 2005 tocó en un concierto que los músicos de jazz organizaron en su honor en el teatro Coliseo de Zárate –recuerda Charly–. Lo hizo contra las indicaciones de los médicos, porque ya había tenido un montón de bypass y complicaciones, todo producido por el cigarrillo, porque en su juventud fumaba muchísimo”.
Las anécdotas e historias fluyen fácilmente en el relato de Charly, que aclara no haberse dedicado a la batería por imposición, aunque indudablemente la influencia paterna pesó, y mucho. “¡Imaginate! Cuando yo era chico, lo primero que hizo mi viejo fue darme un par de palillos y mandarme a estudiar batería. Cuando me quise dar cuenta, ya tocaba. Una particularidad de la educación que me dio es que me hizo pasar por todas las instancias de lo que es una banda. Porque tocar no es solamente subirte y golpear la batería. Me hizo ser plomo, cargar las cosas, armar el escenario y aprender a ser sonidista. Recién entonces pude tocar en su orquesta”.
“Con Soda –continúa Charly– empezamos ensayando en mi casa. Pasamos un par de años en su sala, sin hacer shows, porque buscábamos otro integrante y queríamos tener los temas bien listos. Pero en determinado momento mi papá nos dijo que teníamos que salir a tocar, porque para ser músico hay que mandarse. Nosotros no queríamos, pero él insistió, diciendo que teníamos que hacer plata y pagar la sala de ensayos. Así se inició una época de conflicto y terminé yéndome de mi casa. Fuimos a ensayar a distintos lugares, incluso a la casa de Zeta, hasta que finalmente tuvimos nuestra propia sala”.
–¿Y cuándo llegó su apoyo y aprobación, Charly?
–¡Me la hizo parir! Su primer gran OK fue cuando hicimos el primer Obras, en abril de 1986. Dijo que se sentía orgulloso, mientras que antes siempre remarcaba las cosas que había que mejorar.
–¿Estuvo en los River del regreso de Soda del 2007?
–Sí. Fue al segundo show, el sábado 20 de octubre. Todos dijeron que salió todo perfecto, pero para mí fue un desastre, lleno de desprolijidades. Creo que me jugó en contra tenerlo cerca del escenario, porque siempre era como rendir un examen. Era una presencia especial, porque se trataba de un músico y no simplemente de un padre... Me dijo que no podía creer la cantidad de gente que había en el estadio Monumental, aunque a esa altura tampoco era una sorpresa, porque había vivido de cerca toda la carrera de Soda. El éxito fue lograr cosas en su mismo rubro que él no había alcanzado, como el apoyo de las marcas de baterías y las grandes giras internacionales. El vivió otro momento del mundo en que todo se hacía más a pulmón. Esas cosas antes no pasaban ni en sueños...
Fuente: Revista Gente, Por Marcelo Fernández Bitar. Fotos: Album personal de Charly Alberti
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