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jueves, 25 de junio de 2009

La visita humanitaria de Osvaldo Laport al África






Amanece en Buenos Aires, en mi casa, en mi cama, abrazo a mi mujer, doy vueltas y no me puedo dormir. Amanece en Kinshasa, es Africa, el hotel no me da seguridad. Estoy expectante, inquieto y no me puedo dormir. Amanece en Goma, provincia de Kivu norte y me siento cansado, enojado, tengo miedo, estoy asustado, con muchas ganas de llorar y no me puedo dormir. Amanece en Buenos Aires, doy vueltas, no quiero despertar a mi mujer. La abrazo, me duele el pecho, sé que en la habitación de al lado está mi hija y que si cruzo el charco están mis padres, mis hermanos, pero no me puedo dormir. Amanece en Goma, mis ojos nunca se cerraron, siento sus miradas, su impotencia, su dolor, su humillación. Me duele el alma de esta gente, me duele la falta de esperanza de estos hombres, de estas mujeres y niños, y no me puedo dormir. Amanece en Buenos Aires, estoy parado en el cuarto de mi hija, Jazmín, le acomodo las mantas, le hago la señal de la cruz, sé que mi mujer, Viviana, no se despertó, y eso me tranquiliza, porque ella está preocupada. Anoche, como todos los días, le mandé mensajes de texto a mis viejos, los hago reír. Con mi viejita no podemos hablar más, sólo nos miramos, sonreímos o lloramos, pero nos entendemos. Amanece en Buenos Aires, está pronto el mate, y me pongo a escribir. Sonamos, se despertó ‘la Flaca’, viene a la cocina, me pregunta qué estoy haciendo. Le pregunto: ‘¿Querés un mate?’. Sabe que no me puedo dormir. Son la 5 de la mañana en Buenos Aires, las 10 en Kinshasa, las 11 en Goma, República Democrática del Congo. Es la primera vez en su historia que ingresa al país un Embajador de Buena Voluntad del ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) con una misión, mi misión: Mostrar al mundo una de las peores crisis humanitarias de la actualidad. Dios nos abrió esa puerta para que veamos la antesala del infierno. Y ahora sé por qué...

Un Embajador de Buena Voluntad es una persona que ayuda a visualizar el trabajo de una organización (en este caso ACNUR), que significa “Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados” (en inglés, la sigla es UNHCR), que fue creada en 1951 para ayudar a las víctimas de la II Guerra Mundial. Pero esta organización, además de los refugiados, también se ocupa de los desplazados, hombres, mujeres y niños que escapan por violencia, persecución, discriminación, de su lugar de origen, pero que a diferencia de los refugiados no cruzan las fronteras de su país. A esas personas, ACNUR las ubica en un campamento y les provee condiciones básicas para garantizar su protección.

Las Fuerzas de Paz (Cascos Azules de la ONU), también aportan su granito de arena. En 2006, decidí compartir las ganancias de mi segunda fragancia lanzada al mercado con ACNUR. El perfume, curiosamente, se llamaba ’Tiempo de Paz’. A partir de ese momento, todos los 20 de junio, que es el Día Internacional del Refugiado, participé activamente de distintos eventos ayudando a divulgar la tarea de esa organización. Yo recibí mucho como artista a nivel internacional, sobre todo por el género del teleteatro, de modo que consideré muy importante trabajar para esta causa, al igual que artistas del mundo como Angelina Jolie y Giorgio Armani, entre otros. Poco a poco creció en mí el sueño de visitar un campo de refugiados y desplazados, para poder dar un paso más en la tarea de divulgar esta misión humanitaria. Por eso estudié, aprendí, me informé a fondo sobre el trabajo del ACNUR. Estaba dispuesto a visitar uno de los países con la peor crisis humanitaria y las ciudades más violentas del mundo. Me apliqué ocho vacunas, sabía que no era un viaje de placer. La noche anterior a la partida abracé muy fuerte a mi mujer y a mi hija, y me sumergí en un profundo silencio. Me dirigía a un lugar donde no sabía qué podía pasar.

Seguí leyendo la nota y mirá todas las fotos en la edición de Revista Caras que ya está en los kioscos.
Fuente:caras

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