Hace 7 años, una mujer lo fue a buscar con un chico a la salida de Mar de Fondo. “Es tu hijo”, le dijo aquella noche. El conductor se hizo los estudios, y reconoció su paternidad de Nahuel Johnatan Fantino. Cómo fue ese momento, de qué manera siguió la relación y cómo se llevan hoy, en una charla cargada de confesiones, recuerdos y emociones.
Pasaron siete años. Y Alejandro Fantino (36) no puede precisar si aquella noche, a la salida de una emisión del inolvidable Mar de Fondo, hacía frío o calor, había mucho o poco tránsito o los noticieros pasaban notas importantes o banales. Poco y nada recuerda de las circunstancias que enmarcaron el momento que transformó su vida. Todo lo demás, en cambio, late fervorosamente en su memoria. La presencia de una mujer y un niño en la puerta de TyC Sports, la caminata de tres cuadras charlando de la vida y de la tele, y la frase de la joven que viajó sin escalas a su corazón, en la puerta del garaje donde lo esperaba el auto: “El se llama Nahuel, y es tu hijo”, le dijo Sandra Algarbe. Fantino no tardó en hacerse los análisis y en reconocer a su hijo cuando los resultados fueron positivos. Pero esperó todo este tiempo para admitirlo públicamente. Y lo hace en una entrevista con Paparazzi. “Es verdad, tengo un hijo de 17 años que se llama Nahuel Johnatan Fantino. Vive en San Francisco, en el límite de Córdoba con Santa Fe, va a la escuela y tiene mi sangre, lleva mis genes. Lo amo”, cuenta, con la voz al borde de la emoción.
–¿Qué sensaciones tuviste aquella madrugada?
–Apenas vi al nene me di cuenta de que era imposible decir que no. Sabía que era mi hijo antes de que me lo contara la madre. Caminé todo el tiempo pensando eso.
–¿Y cómo siguió todo?
–A los 3 o 4 días nos empezamos a comunicar con la mamá, y a las semanas nos hicimos el ADN, los dos, en Buenos Aires. El resultado fue positivo, y actué como debe hacerlo un padre: reconocí a mi hijo, lo llevé al Registro Civil para que pudiera cambiar su apellido, y desde entonces me preocupo para que no le falte nada y por compartir todos los momentos que podemos.
–¿Nunca dudaste de hacerte los análisis? Quizá pensabas que se trataba de una aprovechadora.
–Jamás hice esa composición de lugar. No me entraría en la cabeza actuar de otra manera.
–¿Por qué tardaste tanto en contarlo?
–Porque Nahue ni siquiera era un adolescente, y no era cosa de cambiarle tanto su existencia de un día para el otro. Es un chico de un pueblo, que tiene una vida muy tranquila, y de golpe y porrazo iba a tener que enfrentar a sus compañeros, a sus amigos y a los vecinos siendo “el hijo de Fantino”. Más que por mí, lo hice para preservarlo a él.
–A vos también se te modificó la estantería de buenas a primeras…
–A mí me cambió la vida absolutamente para bien. Dios quiso que recibiera el regalo más maravilloso. Fue una bendición de la vida.
–Varias veces dijiste “trato de que no le falte nada”. Hay cuestiones que no tienenque ver con el dinero. ¿En cuanto al cariño, el afecto o el amor, qué?
–Nahuel tiene mi sangre, lleva mis genes en su interior, así que el cariño entre nosotros es muy grande, y me sale por los poros. Es mi hijo, y lo amo como cualquier padre de bien ama a su hijo. Fue algo natural, un ida y vuelta que se dio solo. Desde el primer momento nuestra relación fue genial. En serio, fue lo que menos me costó de todo esto.
–¿Y qué cosas compartieron desde entonces, porque el chico sigue viviendo en Córdoba?
–Es verdad, se quedó allá, pero vino mucho para acá. Cuando trabajaba en América lo habré llevado unas 10 veces, igual que a la radio o a mis otros laburos. Y compartimos muchas charlas y salidas como lo hacen un padre y su hijo. Como le gusta pescar, por ejemplo, fuimos varias veces juntos, y nos quedamos dos o tres días pescando, que sirvieron para que afianzáramos la relación. Aparte, como es bostero, fuimos mucho a ver a Boca.
–¿Se ven muy seguido?
–Ahora no tanto, porque él está allá estudiando el secundario, y yo acá tengo mucho trabajo. En este tiempo nos hablamos. Pero se acercan las vacaciones, y seguro vamos a estar juntos.
–¿Cómo es Nahuel?
–Un crack. El mejor. Un pibe común, macanudo, sano. Salió deportista como yo. Le gustan las artes marciales, juega al tenis. Se ve que la sangre tira, porque le gusta todo lo que a mí me gusta. Lo único raro es que él dibuja genial, y yo soy un queso.
–¿Le preguntaste mucho por esos 10 años que perdiste como padre? ¿Qué hizo, cómo la pasó, que sentía?
–Le pregunté, pero lo justo y necesario. Más que mirar para atrás, preferí siempre pensar en el futuro. Y en su bienestar. Puse el reloj en cero, y le di para adelante.
fuente: paparazzi
Alejandro+Fantino reconoce+hijo ADN hambres conductor+deportivo
Pasaron siete años. Y Alejandro Fantino (36) no puede precisar si aquella noche, a la salida de una emisión del inolvidable Mar de Fondo, hacía frío o calor, había mucho o poco tránsito o los noticieros pasaban notas importantes o banales. Poco y nada recuerda de las circunstancias que enmarcaron el momento que transformó su vida. Todo lo demás, en cambio, late fervorosamente en su memoria. La presencia de una mujer y un niño en la puerta de TyC Sports, la caminata de tres cuadras charlando de la vida y de la tele, y la frase de la joven que viajó sin escalas a su corazón, en la puerta del garaje donde lo esperaba el auto: “El se llama Nahuel, y es tu hijo”, le dijo Sandra Algarbe. Fantino no tardó en hacerse los análisis y en reconocer a su hijo cuando los resultados fueron positivos. Pero esperó todo este tiempo para admitirlo públicamente. Y lo hace en una entrevista con Paparazzi. “Es verdad, tengo un hijo de 17 años que se llama Nahuel Johnatan Fantino. Vive en San Francisco, en el límite de Córdoba con Santa Fe, va a la escuela y tiene mi sangre, lleva mis genes. Lo amo”, cuenta, con la voz al borde de la emoción.
–¿Qué sensaciones tuviste aquella madrugada?
–Apenas vi al nene me di cuenta de que era imposible decir que no. Sabía que era mi hijo antes de que me lo contara la madre. Caminé todo el tiempo pensando eso.
–¿Y cómo siguió todo?
–A los 3 o 4 días nos empezamos a comunicar con la mamá, y a las semanas nos hicimos el ADN, los dos, en Buenos Aires. El resultado fue positivo, y actué como debe hacerlo un padre: reconocí a mi hijo, lo llevé al Registro Civil para que pudiera cambiar su apellido, y desde entonces me preocupo para que no le falte nada y por compartir todos los momentos que podemos.
–¿Nunca dudaste de hacerte los análisis? Quizá pensabas que se trataba de una aprovechadora.
–Jamás hice esa composición de lugar. No me entraría en la cabeza actuar de otra manera.
–¿Por qué tardaste tanto en contarlo?
–Porque Nahue ni siquiera era un adolescente, y no era cosa de cambiarle tanto su existencia de un día para el otro. Es un chico de un pueblo, que tiene una vida muy tranquila, y de golpe y porrazo iba a tener que enfrentar a sus compañeros, a sus amigos y a los vecinos siendo “el hijo de Fantino”. Más que por mí, lo hice para preservarlo a él.
–A vos también se te modificó la estantería de buenas a primeras…
–A mí me cambió la vida absolutamente para bien. Dios quiso que recibiera el regalo más maravilloso. Fue una bendición de la vida.
–Varias veces dijiste “trato de que no le falte nada”. Hay cuestiones que no tienenque ver con el dinero. ¿En cuanto al cariño, el afecto o el amor, qué?
–Nahuel tiene mi sangre, lleva mis genes en su interior, así que el cariño entre nosotros es muy grande, y me sale por los poros. Es mi hijo, y lo amo como cualquier padre de bien ama a su hijo. Fue algo natural, un ida y vuelta que se dio solo. Desde el primer momento nuestra relación fue genial. En serio, fue lo que menos me costó de todo esto.
–¿Y qué cosas compartieron desde entonces, porque el chico sigue viviendo en Córdoba?
–Es verdad, se quedó allá, pero vino mucho para acá. Cuando trabajaba en América lo habré llevado unas 10 veces, igual que a la radio o a mis otros laburos. Y compartimos muchas charlas y salidas como lo hacen un padre y su hijo. Como le gusta pescar, por ejemplo, fuimos varias veces juntos, y nos quedamos dos o tres días pescando, que sirvieron para que afianzáramos la relación. Aparte, como es bostero, fuimos mucho a ver a Boca.
–¿Se ven muy seguido?
–Ahora no tanto, porque él está allá estudiando el secundario, y yo acá tengo mucho trabajo. En este tiempo nos hablamos. Pero se acercan las vacaciones, y seguro vamos a estar juntos.
–¿Cómo es Nahuel?
–Un crack. El mejor. Un pibe común, macanudo, sano. Salió deportista como yo. Le gustan las artes marciales, juega al tenis. Se ve que la sangre tira, porque le gusta todo lo que a mí me gusta. Lo único raro es que él dibuja genial, y yo soy un queso.
–¿Le preguntaste mucho por esos 10 años que perdiste como padre? ¿Qué hizo, cómo la pasó, que sentía?
–Le pregunté, pero lo justo y necesario. Más que mirar para atrás, preferí siempre pensar en el futuro. Y en su bienestar. Puse el reloj en cero, y le di para adelante.
fuente: paparazzi
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