Hace rato que peina canas, pero nunca como en esta etapa de su vida se sintió tan maduro. Hay muchas cosas que dejó atrás, lo cual a veces se nota a simple vista y otras, sólo cuando el instinto le da permiso para exhibir su corazón. El domingo 21 de septiembre, mientras los estudiantes y los enamorados festejaban el “Día de la Primavera”, Pablo Echarri cumplió 39 años. Luego de la función de “The Pillowman”, fue interceptado por sus fans en el hall del teatro Lola Membrives. Allí le hicieron regalos y le cantaron el “cumpleaños feliz”. “Nunca me imaginé que iba a sentirme así cuando estuviera en el umbral de los cuarenta años, aunque intuía que lo que viene siempre es mejor que lo que dejás. Trabajar como lo hice conmigo mismo, como persona, padre, marido y actor, hace que la diferencia entre los veinte años y los cuarenta, sea muy positiva. Ahora tengo más herramientas para enfrentar al mundo y, por ende, mayor capacidad para disfrutar. Los personajes más oscuros y más humanos que disfruto encarnando últimamente, me proponen más aristas como actor y me representan mejor como hombre. -confiesa en exclusiva Echarri a CARAS, antes de describir su panorama laboral-. Luego del éxito en la ciudad de Buenos Aires, ahora iniciamos una pequeña gira de cinco semanas con “The Pillowman”, por Córdoba, Santa Fe, Rosario, La Plata y Montevideo. Es una obra que ha tenido tan buena recepción y el texto es tan grandioso, que ninguno de los que trabajamos tenemos ganas de bajarnos”, explica. Para el año que viene, el actor quiere ocupar un lugar en la grilla de TV, particularmente en Telefe. Dice que está elaborando un proyecto sólido, con una buena producción y un gran elenco, para que esa solidez se traduzca en éxito. También tiene propuestas de varios directores para hacer cine, como Adrián Caetano, Marcelo Piñeiro y Marcelo Figueras. Son muchos proyectos, pero asegura que se irá decidiendo sobre la marcha. Lo que está muy claro es que el ex protagonista de “Resistiré” (2003) y “Montecristo” (2006) está tomando distancia de algunos papeles que solía interpretar. “No tengo problemas con el papel de galán, porque a partir de ese perfil obtuve el empuje para encarnar otros personajes –dice Echarri, mientras fuma un cigarro-. Hoy siento que el papel de ´galán’ es más limitado. Creo que tiene que ver con estar cerca de los cuarenta, pues me doy cuenta de que hay un universo de personajes para mí y que el ‘galán’ va quedando cada vez más lejos. Para hacer de galanes, hoy hay chicos más jóvenes que yo, que para determinada estructura de telenovela cuadran un poco más. Por eso de a poco me voy corriendo de ese papel. En mí, ‘el galán’ nació de un cuidado personal, de cierta aptitud física, pero actoral y artísticamente, hoy necesito otra cosa”, aclara.
El miércoles 24 del mes pasado, Canal 13 emitió el episodio No 24 de “Socias”, con un atractivo muy promocionado. Una de las protagonistas, Nancy Dupláa (38), interpretó una escena de amor junto a su marido, Pablo Echarri, invitado especialmente. La propuesta recordaba la pasión que ambos actores supieron avivar en “Los buscas”, novela que no sólo los unió en la ficción, sino también los vinculó sentimentalmente. Ese día, el personaje de la abogada Dolores Mollet (Dupláa) tuvo sexo en el baño de un bar con el dueño del lugar, Freddy (Echarri). “En el momento de actuar con mi mujer, quien lo hace soy yo, y ni hablar si se trata de una escena de sexo en un baño. Lo hice para acompañar a mi mujer, para apoyar lo que ella hace, y además ‘Socias’ es un programa que me gusta mucho. En el set hubo mucho calor, sí, sí... Debo confesar que, lógicamente, se notó el calor... Además, yo me había despojado de todo tipo de prurito. Lo que se supone que un actor no debe demostrar con otra compañera, en este caso no hubo ninguna dificultad. De alguna manera, lo hice para evitar que ese ‘cameo’ lo protagonice cualquier otro actor con Nancy”, explica Pablo, en tono de broma.
—Echarri, ¿sigue sintiendo la misma pasión por Nancy Dupláa?
—Sí, siento que Nancy es la mujer que más me interesa. Y sólo seduzco a mi mujer, ella tiene la exclusividad de mi seducción. Cuando uno seduce a repetición, pone un poquito de energía en cada cosa, pero yo decido poner la fuerza de mi seducción en una sola persona. El resultado es una relación muy interesante. Así descubrí la diferencia entre concentrar la energía y diluirla. A la hora de seducir, hoy me encuentro con que lo que obtengo siempre es mucho mejor. Tiene que ver con la clase de mujer que tengo enfrente, es hermosa. El mandato machista de seducir indiscriminadamente, ya no funciona como cuando era más joven.
—¿Hay un secreto para que la rutina no termine con la pareja?
—Mucho tiene que ver la paciencia y la intención de construir y no de destruir. Nosotros desactivamos todas las situaciones conflictivas ni bien surgen, y las transformamos en oportunidades para aprender. Hay momentos en que nuestras personalidades chocan, pero cuando uno pone por encima el vínculo, la cosa cambia. Convengamos que yo elegí a Nancy para casarme, aceptando todas sus características, ‘bancándome’ las negativas y ponderando las positivas. No hay manera de construir algo en la intimidad sin una autocrítica importante. Tanto Nancy como yo somos bastante autocríticos de nuestros defectos, no los escondemos y cada vez los justificamos menos. Nos sacamos muy rápido la careta. Cuando nos encontramos discutiendo, buscamos la ‘descompresión’. Nos dimos cuenta de que tenemos la posibilidad de elegir los momentos que deseamos vivir. De todos modos, con Nancy nos unimos porque no poseemos diferencias profundas.
A la familia compuesta por Echarri y Nancy Dupláa hay que sumar a Morena (5), la hija de ambos, y a Luca (8) –fruto de la relación de la actriz con Matías Martin-. Pero por lo que le confiesa Pablo a CARAS, la idea es seguir sumando. “Tengo ganas de tener otro hijo. Es algo que hablamos con Nancy, pero es una cuestión de tiempo, algo que caerá de maduro. Tanto ella como yo tenemos interés de traer otro bebé al mundo. No lo buscamos particularmente, pero como los niños ya están grandes, sería un buen momento”, dice el actor de “The Pillowman”, antes de referirse a su paternidad. “Me cuesta ser padre, aunque es algo maravilloso. Hay momentos en que a los chicos les tengo que poner límites, pero no quiero crear un mal clima. A veces, como papá soy amoroso, otras soy medio cabrón. Trato de no poner límites como lo hacían los padres cuando yo era chico, en donde era: ‘esto no, porque no’. Para los niños de hoy, eso es imposible. Es importante que un padre sea conciliador y que acompañe los procesos. Mi miedo es que los chicos crezcan con miedo. Yo de niño fui alguien muy querido. Más allá de los límites y de cómo se guía a los hijos, la premisa es tratarlos con amor, para que los miedos que sientan no sean paralizantes, sino un motor que los impulse -afirma Echarri, fumando, aunque había declarado que dejó de hacerlo-. Con el cigarrillo, ‘voy y vengo’. Dejé de fumar cuarenta por día. Ahora fumo diariamente tres o cuatro cigarritos, tipo habanitos. Me cuido bastante: entreno seguido en el gimnasio que tengo en casa. También adquirí cierta disciplina con la comida. Tiene que ver con la edad, cuando era más joven quería comer y tomar lo que me gustara en cualquier momento. Ahora me preservo durante la semana, como comida de buena calidad, y los días que quiero darme algún gusto, lo hago. ¡A Nancy no le cocino nada, soy un desastre! En casa, de eso se ocupa Adelita, una de las empleadas que tenemos. Es peruana y prepara platos típicos espectaculares”, dice el actor.
A pesar de haber cumplido 39, Pablo Echarri se vivencia como un hombre de 40. Pero a la hora de las autodefiniciones, va mucho más lejos. “No me resisto a ser un ‘cuarentón sexy’, sino tendría que vivir como un‘cuarentón abandonado’ o un‘cuarentón indeseado’”, confiesa.
—Qué piensa de los que dicen: “Echarri me gustaba más con el pelo largo”.
—Ese ya no es mi problema. Mantuve ese look todo el tiempo que creí que debía hacerlo. Me estoy despegando cada vez más de lo que los otros esperan de mí. Mi deseo es poder conducir a los demás, de alguna forma, a lo que yo quiero que vean de mí. Es lo que ofrezco y es lo que hay. Eso me relaja. El lugar que quiero ocupar ahora que soy un ‘cuarentón’ no es el mismo que el que deseaba a los veintipico. Me libera ya no esperar que me vean de una forma inmaculada. De alguna manera, mucho de ‘Pablo Echarri’ ya está comprado por la gente, pero lo que me hace feliz es saber que hay más, mucho más. Voy en esa dirección, en vez de quedarme con la sensación adolescente y dolorosa de querer gustarle a todo el mundo.
—¿Le preocupa la pérdida progresiva de la juventud?
—No quiero sucumbir por no tener la juventud que tuve. Vislumbro una hermosa vida por delante que deseo disfrutar con mi familia y mis amigos. A mis hijos trato de demostrarles equilibrio, y no que con casi cuarenta años aún quiera ser el galancito de ‘Inconquistable Corazón’.
—¿Lo impulsan cosas menos efímeras que las de su época de galancito?
—Sí. Lo único que no quiero perder de la juventud es el bienestar, el hecho de sentirme bien, pero con los años empecé a ganar ‘capacidad para...’. Para disfrutar, entender y actuar con confianza. No quiero obtener cosas ahora porque perdí lo que tenía. En cambio, creo que uno realmente gana cuando ‘suelta’ lo otro, y decide quedarse con lo que tiene en el presente, que es mucho más que ‘lo otro’. A lo mejor, las bondades de la juventud y las de la experiencia no se puedan comparar. Cuando uno es joven es inexperto, y cuando es experto deja de ser joven. Creo que pasa por ir viviendo la década o el año que sea, de la mejor manera posible. Ahí está la medida. ‘Engancharme’ con la imagen que tuve doce años atrás, o intentar sostenerla, sería un grave error.
Pablo Echarri, con 39 años recién cumplidos, dice que el papel de galán le queda cada vez más lejos, ya que, como actor, siente que necesita otros distintos. El actor se prepara para salir de gira con la exitosa obra “The Pillowman”.
Echarri protagonizó una escena de sexo con su mujer, Nancy Dupláa, en “Socias”, como actor invitado. Afirma que la experiencia fue realmente “caliente”, ya que se despojó de todo tipo de inhibición.
Pablo confiesa que el secreto para que la rutina no atente contra su matrimonio es “desactivar” las discusiones con Nancy, antes de que ocurran. Asegura que, a pesar de tener personalidades fuertes, en lo esencial no poseen grandes diferencias.
fuente: revista Mia, Por Fabián Cataldo
El miércoles 24 del mes pasado, Canal 13 emitió el episodio No 24 de “Socias”, con un atractivo muy promocionado. Una de las protagonistas, Nancy Dupláa (38), interpretó una escena de amor junto a su marido, Pablo Echarri, invitado especialmente. La propuesta recordaba la pasión que ambos actores supieron avivar en “Los buscas”, novela que no sólo los unió en la ficción, sino también los vinculó sentimentalmente. Ese día, el personaje de la abogada Dolores Mollet (Dupláa) tuvo sexo en el baño de un bar con el dueño del lugar, Freddy (Echarri). “En el momento de actuar con mi mujer, quien lo hace soy yo, y ni hablar si se trata de una escena de sexo en un baño. Lo hice para acompañar a mi mujer, para apoyar lo que ella hace, y además ‘Socias’ es un programa que me gusta mucho. En el set hubo mucho calor, sí, sí... Debo confesar que, lógicamente, se notó el calor... Además, yo me había despojado de todo tipo de prurito. Lo que se supone que un actor no debe demostrar con otra compañera, en este caso no hubo ninguna dificultad. De alguna manera, lo hice para evitar que ese ‘cameo’ lo protagonice cualquier otro actor con Nancy”, explica Pablo, en tono de broma.
—Echarri, ¿sigue sintiendo la misma pasión por Nancy Dupláa?
—Sí, siento que Nancy es la mujer que más me interesa. Y sólo seduzco a mi mujer, ella tiene la exclusividad de mi seducción. Cuando uno seduce a repetición, pone un poquito de energía en cada cosa, pero yo decido poner la fuerza de mi seducción en una sola persona. El resultado es una relación muy interesante. Así descubrí la diferencia entre concentrar la energía y diluirla. A la hora de seducir, hoy me encuentro con que lo que obtengo siempre es mucho mejor. Tiene que ver con la clase de mujer que tengo enfrente, es hermosa. El mandato machista de seducir indiscriminadamente, ya no funciona como cuando era más joven.
—¿Hay un secreto para que la rutina no termine con la pareja?
—Mucho tiene que ver la paciencia y la intención de construir y no de destruir. Nosotros desactivamos todas las situaciones conflictivas ni bien surgen, y las transformamos en oportunidades para aprender. Hay momentos en que nuestras personalidades chocan, pero cuando uno pone por encima el vínculo, la cosa cambia. Convengamos que yo elegí a Nancy para casarme, aceptando todas sus características, ‘bancándome’ las negativas y ponderando las positivas. No hay manera de construir algo en la intimidad sin una autocrítica importante. Tanto Nancy como yo somos bastante autocríticos de nuestros defectos, no los escondemos y cada vez los justificamos menos. Nos sacamos muy rápido la careta. Cuando nos encontramos discutiendo, buscamos la ‘descompresión’. Nos dimos cuenta de que tenemos la posibilidad de elegir los momentos que deseamos vivir. De todos modos, con Nancy nos unimos porque no poseemos diferencias profundas.
A la familia compuesta por Echarri y Nancy Dupláa hay que sumar a Morena (5), la hija de ambos, y a Luca (8) –fruto de la relación de la actriz con Matías Martin-. Pero por lo que le confiesa Pablo a CARAS, la idea es seguir sumando. “Tengo ganas de tener otro hijo. Es algo que hablamos con Nancy, pero es una cuestión de tiempo, algo que caerá de maduro. Tanto ella como yo tenemos interés de traer otro bebé al mundo. No lo buscamos particularmente, pero como los niños ya están grandes, sería un buen momento”, dice el actor de “The Pillowman”, antes de referirse a su paternidad. “Me cuesta ser padre, aunque es algo maravilloso. Hay momentos en que a los chicos les tengo que poner límites, pero no quiero crear un mal clima. A veces, como papá soy amoroso, otras soy medio cabrón. Trato de no poner límites como lo hacían los padres cuando yo era chico, en donde era: ‘esto no, porque no’. Para los niños de hoy, eso es imposible. Es importante que un padre sea conciliador y que acompañe los procesos. Mi miedo es que los chicos crezcan con miedo. Yo de niño fui alguien muy querido. Más allá de los límites y de cómo se guía a los hijos, la premisa es tratarlos con amor, para que los miedos que sientan no sean paralizantes, sino un motor que los impulse -afirma Echarri, fumando, aunque había declarado que dejó de hacerlo-. Con el cigarrillo, ‘voy y vengo’. Dejé de fumar cuarenta por día. Ahora fumo diariamente tres o cuatro cigarritos, tipo habanitos. Me cuido bastante: entreno seguido en el gimnasio que tengo en casa. También adquirí cierta disciplina con la comida. Tiene que ver con la edad, cuando era más joven quería comer y tomar lo que me gustara en cualquier momento. Ahora me preservo durante la semana, como comida de buena calidad, y los días que quiero darme algún gusto, lo hago. ¡A Nancy no le cocino nada, soy un desastre! En casa, de eso se ocupa Adelita, una de las empleadas que tenemos. Es peruana y prepara platos típicos espectaculares”, dice el actor.
A pesar de haber cumplido 39, Pablo Echarri se vivencia como un hombre de 40. Pero a la hora de las autodefiniciones, va mucho más lejos. “No me resisto a ser un ‘cuarentón sexy’, sino tendría que vivir como un‘cuarentón abandonado’ o un‘cuarentón indeseado’”, confiesa.
—Qué piensa de los que dicen: “Echarri me gustaba más con el pelo largo”.
—Ese ya no es mi problema. Mantuve ese look todo el tiempo que creí que debía hacerlo. Me estoy despegando cada vez más de lo que los otros esperan de mí. Mi deseo es poder conducir a los demás, de alguna forma, a lo que yo quiero que vean de mí. Es lo que ofrezco y es lo que hay. Eso me relaja. El lugar que quiero ocupar ahora que soy un ‘cuarentón’ no es el mismo que el que deseaba a los veintipico. Me libera ya no esperar que me vean de una forma inmaculada. De alguna manera, mucho de ‘Pablo Echarri’ ya está comprado por la gente, pero lo que me hace feliz es saber que hay más, mucho más. Voy en esa dirección, en vez de quedarme con la sensación adolescente y dolorosa de querer gustarle a todo el mundo.
—¿Le preocupa la pérdida progresiva de la juventud?
—No quiero sucumbir por no tener la juventud que tuve. Vislumbro una hermosa vida por delante que deseo disfrutar con mi familia y mis amigos. A mis hijos trato de demostrarles equilibrio, y no que con casi cuarenta años aún quiera ser el galancito de ‘Inconquistable Corazón’.
—¿Lo impulsan cosas menos efímeras que las de su época de galancito?
—Sí. Lo único que no quiero perder de la juventud es el bienestar, el hecho de sentirme bien, pero con los años empecé a ganar ‘capacidad para...’. Para disfrutar, entender y actuar con confianza. No quiero obtener cosas ahora porque perdí lo que tenía. En cambio, creo que uno realmente gana cuando ‘suelta’ lo otro, y decide quedarse con lo que tiene en el presente, que es mucho más que ‘lo otro’. A lo mejor, las bondades de la juventud y las de la experiencia no se puedan comparar. Cuando uno es joven es inexperto, y cuando es experto deja de ser joven. Creo que pasa por ir viviendo la década o el año que sea, de la mejor manera posible. Ahí está la medida. ‘Engancharme’ con la imagen que tuve doce años atrás, o intentar sostenerla, sería un grave error.
Pablo Echarri, con 39 años recién cumplidos, dice que el papel de galán le queda cada vez más lejos, ya que, como actor, siente que necesita otros distintos. El actor se prepara para salir de gira con la exitosa obra “The Pillowman”.
Echarri protagonizó una escena de sexo con su mujer, Nancy Dupláa, en “Socias”, como actor invitado. Afirma que la experiencia fue realmente “caliente”, ya que se despojó de todo tipo de inhibición.
Pablo confiesa que el secreto para que la rutina no atente contra su matrimonio es “desactivar” las discusiones con Nancy, antes de que ocurran. Asegura que, a pesar de tener personalidades fuertes, en lo esencial no poseen grandes diferencias.
fuente: revista Mia, Por Fabián Cataldo
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