Es el segundo mejor tenista argentino del momento. Juan Martín del Potro tiene tan sólo 19 años, defiende el orgullo del tenis tandilense, y en las últimas semanas comenzó a demostrar todo lo que se espera de él. De imponente 1,95 metro de altura, sus condiciones afloraron en el circuito europeo, donde ganó sucesivamente los torneos de Stuttgart y Kitzbuhel. De golpe subió cuarenta puestos en el ranking de la ATP, hoy está en el puesto 25 en el mundo, y sus cañones apuntan a ser un top ten.Fanático de Boca, y futbolista en sus comienzos, Del Potro asoma como la futura estrella del tenis nacional. Con grandes chances de ser convocado para las semifinales de la Copa Davis, “Juanchi” recibió a CARAS en la previa a uno de los grandes desafíos del año, el US Open. “Vivo este momento con mucha felicidad. Me tocó todo muy de golpe, la verdad que no me lo esperaba, porque arranqué el año con muchas lesiones y estuve bastante tiempo parado. De chico estaba acostumbrado a jugar finales, y ahora venía de un año sin hacer nada. Hasta que llegué a las dos definciones seguidas que logré ganar”, confesó al terminar la práctica.—¿Lo estimula el reconocimiento de la gente?—Es lindo, uno gana y sos un genio. Pero si después te va mal, sos un muerto (risas). Igual está bueno que la gente te salude y aliente, a nosotros nos gusta. Hay que aprovechar.—En su familia, ¿alguien juega al tenis?—No, soy el único. Mi hermana (Julieta) estudia, mi mamá (Patricia) es profesora de Literatura, y mi papá (Daniel) trabaja en el campo. Pero me contienen y acompañan.—¿Cómo es “Juanchi” en la intimidad?—Soy amiguero, y aprovecho el poco tiempo libre para verlos. Ellos me ayudan a estar con los pies sobre la tierra y no creérmela. El tenis me dio la posibilidad de conocer lugares increíbles, alojarme en hoteles cinco estrellas, y moverme de un lado a otro en Mercedes-Benz. Me siento tratado como un rey.—¿Cómo se inició en el tenis?—Jugaba al fútbol en Independiente de Tandil, y para ir tenía que pasar por las canchas de tenis. Siempre llegaba una hora antes, hasta que un día me dieron una raqueta para esperar. Al día siguiente empecé a tomar clases, sin abandonar el fútbol. Así fue hasta los doce años, cuando tuve que decidirme. Y elegí el tenis.—¿Cómo es su mujer ideal?—Angelina Jolie es mi amor imposible. Igual, así como existen las botineras, en el mundo del tenis faltan las raqueteras (risas). Me gustan las rubias de ojos celestes, que sean altas pero no flacas, onda Ingrid Grudke. Que tengan carne...—¿Sueños por cumplir?—Estos dos torneos fueron el envión, y espero sean el inicio de mi carrera. Sé que tengo las condiciones, pero me encantaría ganar un Grand Slam y estar bien arriba en el ranking.—¿Qué cosas debió resignar por el tenis profesional?—Muchas. Tiempo para mis amigos, para mi familia, el viaje de egresados, que lamenté mucho no poder hacer. Pero ya lo superé, porque el tenis es mi pasión.
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