-¿Su éxito en Grey's Anatomy lo llevó al cine?
-Al menos aceleró la decisión de filmar esta película, pues podía pasar todo un año antes de que pudiera trabajar en otra. Por nuestros horarios complicados en televisión, funcionó perfectamente, pero fue agotador pasar de Grey's Anatomy a esta cinta. Cuando empezó la huelga de guionistas, yo estaba listo para un buen descanso y, personalmente, resultó a la perfección. Tuve mi tiempo para ver las cosas desde una mejor perspectiva y los autores tuvieron la oportunidad de sentarse y recuperar la popularidad de la serie, quizá volviendo a su esencia. En Quiero robarme a la novia es la primera vez que mi nombre aparece por encima del título. ¿Si puedo llevar el peso de un largometraje? Ahí está el desafío.
-¿Por qué cree que los hombres en general prefieren la infidelidad al compromiso?
-Es parte de la energía masculina. Y lleva tiempo domarnos. Ciertamente, cuando uno es joven es algo que no precisamente se pretende controlar. La mujer es diferente, prefiere otras cosas. Ahora, con la madurez se aprende a manejar la energía de las conquistas para que funcione o se mantenga viva una relación monógama.
-¿Entonces cree que un hombre infiel sí puede cambiar su forma de pensar?
-Sí, cuando se conoce a la persona correcta. Yo siempre fui monógamo. Pasé de una relación a la siguiente, sin salir con cinco o seis chicas al mismo tiempo.
-Después de haberse casado dos veces, ¿cree en la fidelidad del matrimonio?
-Es realmente difícil. Pero si decides mantener cierta intimidad con alguien, cada vez que rompes ese acuerdo se produce un cortocircuito que apaga la conexión. Por eso pienso que se precisa cierto sacrificio en la decisión de ser monógamo. La infidelidad es perjudicial psicológicamente.
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